Ya que la respetada Autoclásica despertó el interés zonal del amigo Diego por los raros especímenes de la zona, saqué del fondo del arcón unas lindas postales de este sedán dos puertas alemán, con elegante maquillaje bitono (además de cierto oxido y profusión de masilla), bastante completo de accesorios, y, se podría decir que, con estructura que pareciera estar medianamente entera.
Su nombre homenajeó a una cadena montañosa teutona (gracias a su descendencia) por cerca de 40 años en diferentes fábricas del mundo. Este 17M en particular, con alrededor de 60 primaveras a cuestas, pide a gritos una mano salvadora que le devuelva la gloria con la que vino al mundo en la segunda mitad de la década de los años cincuenta.
Se dejaban ver en varios automóviles europeos de la época, una copiosa inspiración en los paquebotes yankees coetáneos, pero en tamaño más racional.
Fotos: Luis Trucco
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