La oveja negra

Como buen alfista, siempre que alguien se refiere despectivamente hacia un auto de la marca, lo invito calurosamente a lavarse la boca antes de pronunciar el sacro nombre. Los Alfa Romeo son, sin dudas, los más deseables entre los autos al alcance de cualquier mortal, y esto se puede tomar como una regla, de no ser por la incómoda presencia en los libros de la oveja negra de la familia: El Arna. Este auto representa para los fanáticos algo así como el cinco a cero contra Colombia en la cancha de River para los argentinos…Indefendible, impronunciable, y a la vez, una honda puñalada al por entonces maltrecho cuore sportivo.

La sigla ARNA (Alfa Romeo, Nissan Autoveicoli) ya nos da la idea de que se trataba este experimento: Una joint venture entre Alfa Romeo y Nissan para fabricar el Cherry en territorio europeo, bajo la marca Nissan… ¡Y también bajo la marca del Biscione! Generalmente cuando uno piensa en la mezcla de ADN japonés e italiano en un vehículo, se imagina, línea y diseño italiano vistiendo tecnología japonesa, con prestaciones de primer nivel y una confiabilidad a toda prueba, dando como resultado una combinación de estilo y ciencia aplicada al automóvil prácticamente  insuperable…

En ARNA era exactamente esto que acabamos de describir…Pero al revés. Un insípido diseño de utilitario japonés hecho con regla y escuadra (El compás lo usaron solo para las ruedas), que cubría una voluntariosa mecánica derivada del AlfaSud, con los eternos y difíciles problemas de confiabilidad eléctrica y de mantenimiento tan propios de los Alfa de aquellos años.

La producción comenzó en Pratola Serra allá por 1983, y cesó cuatro años más tarde debido a las bajísimas ventas y a la muy mala imagen que tenía entre los italianos, quienes según una encuesta del diario romano “Il Sole24 ore”, lo consideraron como “El auto italiano más feo de la historia”, relegando al segundo lugar, al mismísimo Fiat Duna.

Hoy en día quedan muy pocos Arna en circulación, habiendo sido la gran mayoría diezmados por la “rottamazione” (el plan canje de nuestros pagos), que felizmente acabó con casi la totalidad de la especie, logrando salvarse muy pocos, para alivio de los afisti que no dormirán sueños tranquilos hasta ver como el gigantesco pisapapas se traga al último de los Arna sobrevivientes sobre la faz de la Tierra.