Confesiones de museo

Mi viejo, siguiendo con el topic “este finde me voy con Nico” (ver «500 Millas, 11 años y ninguna noche») se despachó con un “vamos a la inauguración del Museo Fangio en Balcarce». En el año 1986, una vez que volvimos a nuestra querida patria, él se había hecho amigote e iba a alguna reunión del Club 1er Auto Argentino de Campana. La cuestión es que por alguna razón que yo desconozco y él no recuerda (capaz Beppe Viola me tira el s/n, nombres de la comisión, etc.), se organizó un viaje a Balcarce para concurrir a la inauguración del Museo Fangio. Se ve que duraba la alegría del Mundial de México, que estaban todos de joda y no importaba nada…

La cuestión es que un viernes a la noche salimos para Balcarce en un micro de Expreso Paraná con toda la comitiva, y yo era el único pendejo, pero no el menos fanático. Durante el viaje, apenas pasados unos 10 km rompimos el parabrisas así que volvimos a Zárate a cambiar de vidrio pero no de bondi. Habrán tardado unas 2 horas en hacerlo y ya estábamos de viaje nuevamente.

Llegamos a Balcarce a la mañana del sábado bien tempranito; estacionamos cerca de la plaza y ya encaramos para el museo. En la plaza había montones de autos que sólo recuerdo en fotos, pero no me olvido del Porsche 928 negro al que me subí y le toqué todos los “botonitos” sin que nadie me dijera nada. Pero el canuto de la Ferrari 308 que estaba al lado no me dejó ni respirar adentro. Si es de algún lector de VDR sepa que algún día me vengaré!!!

Luego del acto oficial nos metimos a recorrer el museo y toqué todo lo que pude, me subí al resto y le saqué fotos a todos esos viejos que dicen que corrieron en F1 y hasta fueron campeones del mundo. Yo cumplo con incluir unas fotos para que vayan diciendo quienes son.

Entre todos los autos que me subí estaba el Renault F1 del petiso francés más campeón de todos, que luego le pintaría la cara a un brazuca agrandado. No llegué a apoyar el culo en el asiento que me agarraron de una oreja y me sacaron rajando. Mi viejo se hizo el gil y miró para otro lado mientras me cagaban a pedos. Poco me importó. Sepanlonnnnn.

Al otro día, luego de haber pernoctado en «mardel» con toda la comitiva, como parte de los festejos había una carrera del CAP (Club Argentino de Pilotos) con las Nissan 300 ZX en el autódromo, así que allí fuimos a disfrutar del espectáculo que daban Cocho y sus secuaces.

Cuando terminó la carrera nos subimos al micro y ahí me desayuno que vamos a comer a la “Estancia de Bordeu” que estaba ahí cerca. Ok, allá fuimos… Cuando llegamos ahí estaban todos estos viejitos, inclusive el homenajeado mirando partidos de polo o pato, no recuerdo bien pero a quien le importa. Todos estaban charlando amenamente, tomándose unos vinitos o comiendo unos choris y mi viejo estaba más que contento con sus amigos sacándose fotos o charlando con estos ex pilotos. A mí nada de esto me importaba ya, había detectado un freezer con helados Torpedo que fue saqueado sutilmente por mí al principio y después, es momento de confesar, me afané una caja y me los comí sólo a la sombra de algún árbol. Sí, fui yo el que dejó a varios sin su correspondiente postre…