Del boceto al objeto

Viejos tiempos sin tanta cosa digital, en los que un buen boceto mostraba la idea y alcanzaba para que el responsable de turno diera luz verde a la construcción de una maqueta o prototipo. Hoy pareciera que la mayoría de los jerarcas del diseño tienen los sentidos obnubilados por la ilustración digital y si no es algo hiperrealista no logran entender las formas… Aquí un sano ejemplo de como se puede pasar sin traumas de una buena idea sobre el papel a un sensacional objeto de diseño rodante: el Renault Fuego.

No empecemos con la crítica hacia quien fuera el cliente medio de este Coupé en esta parte del mundo, sino más bien concentrarse en el hecho de que hacia finales de los setenta este auto era algo fuera de lo común no sólo por sus líneas sino también por la economía del proyecto, que partiendo de la plataforma de un Renault 12 y piezas heredadas del R18 como por ejemplo el tablero, lograron crear un objeto que derrochaba personalidad sin ser un deportivo de raza, pero con el carácter suficiente como para acercar a ese segmento a una buena porción del público indeciso. De hecho, en Europa muy pocas versiones montaban el motor de dos litros, y la mayoría equipaba el 1.4 o el 1.6, que eran más que suficientes para lo que el público (y el fisco) pedían por aquellos años. Aquí abajo, una imagen de la versión GTL con motor 1.4.

Michel Jardin para el diseño exterior, Francois Lampreia para interiores.