El Noble repulgue

Esta semana se presentó ante el vulgo vernáculo, la última de las criaturas que la casa de la estresha (a partir de ahora se escribe así) puso a la venta.

Hordas de autómatas  “camporizados” alabando la prestancia, el porte y demás cualidades que solo ellos le encuentran a este objeto que es más parecido a un auto coreano de los noventa que a un producto de una marca que imponía tendencia en el pasado.

Ya nos habían espantado con la primer entrega de objetos aberrantes que fue la Clase “A” en su desgraciada versión de tres volúmenes y ahora insisten con este Cuasimodo que atrasa el reloj biológico al menos dos décadas. Lo único que cambia es el relleno de estas verdaderas empanadas rodantes.

No es mi costumbre criticar a colegas y mucho menos a una marca para la que tuve el honor de trabajar, pero esta vez creo que es demasiado… Proporciones de tracción delantera, superficies ya vistas y revistas por la competencia alemana, y SOBRE TODO una sensibilidad a la hora de definir los detalles de diseño digna de un campesino camboyano…

Señores, estamos asistiendo a la decadencia de una marca que en el pasado supo ser líder en tecnología y sobre todas las cosas en como comunicaba a través del diseño los valores intrínsecos de sus productos. Adjunto documentación del primer Mercedes Benz compacto de la era moderna, el 190: un objeto que trasuda conciencia pero a la vez pasión y oficio (sobre todo oficio) a la hora de mostrar la fuerza de la marca. ¿En tan poco tiempo se olvidaron de diseñar autos, señores de Stuttgart?

Hoy Bruno Sacco a sus casi ochenta años  sería capaz de rediseñar toda la gama con la mano izquierda mientras riega las plantas de su jardín con la derecha…

¿Nadie tiene el teléfono de don Bruno?