Josephine Baker, el baile, la música y Citroën

28/Mar/2019

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Su verdadero nombre era Freda Josephine McDonald, y había nacido en los Estados Unidos un 3 de junio de 1906, en la más francesa de las ciudades americanas: St Louis, en Missouri. Josephine no tuvo una infancia feliz, abandonó la escuela a los doce años y se casó por primera vez a la edad de trece, aunque menos de un año después se separó para seguir su vocación de cantante y bailarina. La experiencia que realizó entre St Louis y Nueva York fue un gran impulso para que a los 19 años decidiera atravesar el Atlántico: el 2 de octubre de 1925, con su nuevo nombre de Josephine Baker, la encontramos actuando en París, en la inauguración de la «Revista Negra» en un teatro de Champs Elysées.

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En la París de los «años locos», un talento como el de la Baker no podía pasar desapercibido y la emprendedora Josephine no tardó en ser elogiada y cortejada por las grandes celebridades artísticas de aquellos años: Picasso pintaba esas formas perfectas, Jean Cocteau pasaba tardes enteras con ella, mientras Ernest Hemingway llegó a definirla como «la mujer más sensacional que he visto jamás».

Obviamente, André Citroën no pudo ni quiso escapar a la fascinación por aquella mujer que era bautizada en París como «La Perla Negra» o la » La Venus de Bronce». La bella Josephine Baker enamoraba al mundo desde el escenario del Folies Bergère, bailando prácticamente desnuda, vestida con una falda de bananas en compañía de sus mascotas: por ejemplo, un leopardo (¡de carne y hueso!) que lucía su propio collar de diamantes.

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En aquel período, André Citroën le entregó un B14 Sport Cabriolet con el que la artista se movía por París. Le explicó su empeño por hacer el automóvil accesible a todo el mundo y su filosofía personal para mejorar sus relaciones con sus colaboradores. Josephine quedó fascinada con el genial industrial francés, participando de buena gana en los eventos que Citroën organizaba para sus asalariados, actuando en el cine-teatro del Quai de Javel o en algún show improvisado junto a André Citroën, cantando una versión especial de su famosa «J’ai deux amours» donde sus amores eran su terruño y Citroën, sin especificar si se trataba del auto o del constructor.

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La Baker acompañó cada etapa del largo tour de proyección de la película «El Crucero Negro», presentándose a menudo a las cenas de galas con un sombrero que homenajeaba el peinado de las mujeres Mangbetu (pueblo de la República del Congo), imagen devenida en el símbolo de la travesía de las semi orugas construidas Citroën y del cartel publicitario de dicho film.

Entre los compromisos de Josephine Baker que involucraban también a André Citroën, estaba la pasión con la que la artista defendía los derechos de los más débiles. En 1939, Josephine fue reclutada, literalmente, por la Inteligencia francesa con el encargo (llevado a término con absoluta habilidad) de recoger información de los oficiales alemanes con los que se encontraba durante las fiestas organizadas para tal fin por los mismos Servicios franceses.

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Sucesivamente, durante la Segunda Guerra Mundial, caracterizada en su rol de actriz y cantante, participó en una gira por varios países neutrales. Fue en aquella ocasión que Josephine Baker resultó sumamente eficaz consiguiendo información ultra reservada sobre las posiciones de los aeropuertos, de las bases militares y de las tropas en el frente bélico. Esta información la envió finalmente a Inglaterra, escrita con tinta invisible en sus partituras y anotaciones musicales.

Después de la Guerra, Josephine regresó al famoso cabaret Folies Bergère sin dejar al otro lado de la puerta su inquietud social, en particular contra la división racial aún existente en los Estados Unidos, donde rechazó diversos compromisos con suculentos cachets, pues se trataba de funciones exclusivas para público únicamente blanco.

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Josephine Baker no tuvo hijos, pero adoptó alrededor de una docena, diferentes por creencias religiosas o color de piel (la llamaba «mi familia arcoiris»), con los que compartió sus recuerdos, sus secretos y un increíble bagaje de humanidad y sabiduría.

Fotos: Prensa Citroën

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4 Comentarios

  1. Grande Josephine !!!…y espléndido el DS19…

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  2. Larga vida a Cinturonga!

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  3. Espero con ansia los comentarios de Gulbeis, Charlie W. y Gringo Viejo, evocando a la vez el espiritu de Cinturonga

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    • Sólo diré que estaba para darle hasta que el Fiat Tipo del Dottere Montalbano tenga las cuatro tazas. Es posible que por estos días Cinturonga esté invitado al Congreso de la Lengua. De la española.

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