Reportaje a Montevideo

12/Jul/2019

Fotografo con Ford Prefect_Uruguay

En ocasión del último Gran Premio Standard tuvimos la idea de ofrecer a los lectores un test original: el del Panhard PL17 «Tigre». El hecho de que los representantes de la marca en Uruguay, Sres. Mutio y Passadore vinieron a nuestro país con siete vehículos de esa marca de último modelo, nos daba una oportunidad única de probar un automóvil no producido en el país y un automóvil que considerábamos -y seguimos considerando a pesar de todo- un fuerte desafiante en la categoría.

Establecidos los primeros contactos desde aquí, fuimos a Montevideo… pero no hubo Panhard para nosotros. Para no perder el viaje, nos dedicamos a investigar otros aspectos automovilísticos del país vecino, especialmente el de los automóviles de colección, secundados eficazmente por varios amigos ocasionales, entre ellos nuestro colaborador uruguayo, Raúl Capouyá.

Austin, MG y Land Rover_Uruguay

Toyota 700 frente a Farmacia Colombo_Uruguay

Nuestro primer hallazgo fue el taller del Sr. Razzetti. Se trata de un señor que tiene en su casa un taller y se dedica a reparar automóviles. Siendo ya un hombre de edad, el primer problema importante que debió afrontar a lo largo de su vida fue el excesivo amor a las máquinas que poseía y reparaba, y que poco a poco fue adquiriendo. Ese amor lo hace hoy el dueño de una de las colecciones de automóviles más importantes del Uruguay. El plato fuerte de su colección es un Isotta-Fraschini 8A Cabriolet (se fabricó desde 1924 hasta 1931) con todo, incluso pintura original de fábrica, «menos en un guardabarro -nos aclara el Sr Razzetti- porque cuando vino Franco, en su raid aéreo intercontinental fue paseado en este automóvil y la gente que pujaba por acercarse, rayó la pintura».

Tiene unos 30.000 km recorridos y todos en sus manos. El Sr. Razzetti era chofer de quien lo comprara originalmente y con la madera del cajón en el cual venía embalado, construyó el altillo de su taller en el que todavía se ven pintados los escudos I-F. Posteriormente pasó a ser de su propiedad.

Franklin fue una de las más famosas marcas norteamericanas, por la calidad de su producción y por haberse mantenido fiel, desde 1902 hasta 1934 en que cerró, a los motores refrigerados por aire. El modelo que posee el Sr. Razzetti -alrededor de 1924- tiene una parrilla que fue clásica en la marca, chasis de madera y motor de 6 cilindros y, aunque tiene más uso que el I-F, también está en sus manos desde nuevo.

Un pequeño De Dion-Bouton 1898 con evidentes signos de restauración, ocupa un lugar en el taller. ¿Suponemos que este no lo tiene de nuevo? «No, lo tengo recién desde 1905 en que lo conseguí, pero muy transformado; pero conseguí la mayoría de las piezas y pude volver a armarlo».

Hay dos Dodge casi iguales; uno de ellos tiene una inscripción en la puerta: es el primer automóvil marca Dodge que llegó al Uruguay.

Para terminar encontramos también un Renault 16 HP, 4 cilindros, de esos que también fueron comunes en nuestro país. También excelente estado.

Barbieri fachada I_Uruguay

Barbieri fachada III_Uruguay

Nuestro olfato nos lleva a verlo a Elías Carballido. En este caso se trata de uno de los virus más peligrosos: tiene bugattismo, desarrollado sobre un Type 30 que está gozando de una concienzuda restauración. Un rincón sombrío de un galpón oscuro y sucio guarda tan bien la joya, que nos impide fotografiarla: no hay lugar ni luz: Pero, enfermos del mismo mal, gozamos de la visión de un torpedo L’Advocat et Marchand, con el primer motor «paralelepípedo» que construyó Bugatti y todavía con eje delantero de sección H y con radiador «perita», inmediatamente anterior al clásico de forma «herradura».

Sigue la cadena. Carballido nos lleva a un taller en un barrio de las afueras. Arreglan Peugeot y se llama Monthléry: buen augurio. En la puerta, un chasis Silver Ghost recién rescatado del olvido y la destrucción, y camino de una restauración completa. Adentro un Talbot 4,5 litros cupé convertible, uno de los últimos sport franceses de alta calidad (antes de que nacieran los Facel-Vega). El motor, que estaba desarmado en reparación, es el mismo que utilizaban los Grand Prix de la marca. Hay fotos y dibujos de Rolls-Royce, piezas de Hispano y un señor francés y sus dos hijos, todos entusiastas por la calidad mecánica de los automóviles de verdadera marca. Horas de conversar y de ensuciarse las manos. Carballido está apurado y tiene que irse, ¡qué lástima!

Museo del Carruaje I_Uruguay

Museo del Carruaje II_Uruguay

Hay un Museo de la Locomoción cerca de Carrasco y ya llegamos. Carruajes de caballos, tranvías y antiguos equipos de bomberos; a motor hay poco y no en estado «museo»: el primer automóvil que llegó a ese país, un Panhard de origen belga (NdelE: el Delin que hoy exhibe el museo del ACU) y dos autobombas Merryweather con ruedas macizas.

Giramos la perilla de la máquina del tiempo y volvemos al presente; vemos algunos karts sin mayor mérito y un prototipo Fórmula Junior a medio hacer, con mucho cariño y bastante sabiduría; lo mejor que hemos visto en mecánica nacional después de los Sport y Mini Junior de Delfosse.

Ferrari frente_Montevideo_Uruguay

MG y Land Rover en la calle_Uruguay

Salgamos a la calle. Los peatones cruzan en las esquinas y esperan la luz verde para cruzar, aunque no pasen autos. Los automovilistas no gritan a los peatones, ni se insultan entre sí, ni amagan bajarse cuando se ven obligados a frenar violentamente; se respeta la prioridad de paso por la derecha; no se empuja toda la fila para estacionar. Los montevideanos dicen que esto no es del todo verdad, pero por cierto que lo es comparado con nuestro standard de circulación bonaerense. Y todo esto con escasísima policía de tránsito, casi sin multas, sin límites de velocidad y sin la «caza del automovilista», deporte policial y/o municipal tan difundido en nuestras principales rutas y ciudades.

Se acaba nuestra semana que debió ser de test. Es sábado y en El Pinar hay entrenamiento para las «Seis Horas». Nos llevan, nos traerán de vuelta, nos invitarán a tomar algo, nos llevarán una vez más a recorrer la ciudad. Estamos aquí como en el interior de nuestro país; sólo en Buenos Aires somos todos enemigos.

Largada 6 Horas El Pinar_Uruguay

El Pinar_Uruguay

Finalmente nos queda por comentar los autos que se ven por la calle. Predominan los europeos y en forma de rurales y camionetas, porque las leyes vigentes favorecen la importación de chasis. Se ven Borgward Isabella, Peugeot 203 y 403, Panhard PL17, Simca Aronde, etc. con este tipo de carrocerías y hay también cierta cantidad de marcas y modelos raramente vistos aquí, como Minor (Checoslovaquia) Koromo (Japón), Borgward, Rover y Panhard viejos; Gutbrod (Alemania), Isetta convertibles, IFA (Alemania Oriental), «Estancieras» de la Willys Brasil, VW brasileños, etc. En materia de taxis, la mayoría son Mercedes-Benz 1960, pero hay también Peugeot 403 diesel y algunos Chevrolet Impala o Bel Air 1959.

Y en materia de Sport y Gran Turismo modernos son aún más pobres que nosotros.

Fotos: Horacio SperattiArchivo Speratti

Publicado originalmente en la Revista Velocidad #141 del mes de abril de 1962.

Notas relacionadas:

Por amor a un automóvil

Autobiográfica

Reportaje a Montevideo I

Reportaje a Montevideo II

Reportaje a Montevideo III

Estación de servicio_Uruguay

Casa de repuestos Salco_Uruguay

Barbieri mostrador_Uruguay

Edificio Cordon fachada_Uruguay

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