Después de haber visitado uno de los lugares más increíbles del planeta en lo que refiere a material a disposición y didáctica en la manera de contar la historia, decidí salir un rato a tomar aire para digerir tamaña cantidad de información acumulada en pocas horas. El museo de la RAF es un lugar de culto para fanáticos de los aviones , pero también para profanos como quien escribe, que sin ser admirador de todo objeto que ande por el aire, no puedo dejar de admirar la técnica de construcción y asombrarme con las formas y su evolución. Volviendo a la anécdota del día, decidí tomar un respiro, como bien decíamos, y salir a despejarme antes de entrar en otro de los hangares dispuesto para una muestra temporaria.
¿Con qué nos encontramos? Un alegre grupo de entusiastas de Bentley, como quien se junta a tomar una cervecita en cualquier bar llevando sus autos viejos, se dio cita en el lugar a la hora del té. Se bajaron de sus elefantes verdes, pasaron por el bar, y allí sentados se contaron un par de cositas junto a sus compañeras. Imposible dejar de retratarlos, imposible digerir como ya dijimos tanta cantidad de historia. Imposible no publicar esta historia.
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