Paseando unos días por las costas bonaerenses, tuve la suerte de cruzarme con este simpático Fiat 600 que, supongo, será una réplica de los ya de por sí artesanales y escasos, Jolly.
En un razonable estado, al menos en un primer vistazo a pesar del estrabismo de sus ojos saltones y el no muy regular delineado del flequillo sobre la jovial cara adornada por el fino bigote de época (desde ya que, hilando fino, empiezan a aparecer detalles y faltantes…). Aparece sin las caries que el aire salino de toda cercanía al mar suele dejar sobre los no muy protegidos metales de los años sesenta, época en que esta bolita fue depositada en el mundo por la cigüeña.
Respetable y bastante prolija la importante dosis de trabajo que tiene encima, y que, por algunos detalles, pareciera aún inconcluso, a la espera de algunos aditamentos que completen la faena (barras laterales cromadas, para las que ya tiene preparados los agujeritos en la chapa y bandeja sobre el alojamiento del portentoso tetracilíndrico).
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