Para bien y para mal en cada edición de Autoclásica nos acordamos de Sarmiento. La historia cuenta que fue durante su presidencia que se dio un fuerte impulso a la plantación de árboles y a la difusión del Plátano como especie decorativa, bajo cuya sombra nos guarecemos en verano y cuyas hojas tienen a bien despedirse de las ramas en invierno, para dejar entrar aquellos rayos de sol que nos iluminan y abrigan el invierno.
En Autoclásica, los plátanos del hipódromo de San Isidro le dan al espacio ese aire tan europeo que realza la elegancia de las máquinas que allí se exhiben, y nos protegen del sol de octubre las veces que éste se atreve a hacer acto de presencia. Pero no somos pocos los que sufrimos alergia por ellos y padecemos todas las veladas con todos los filtros tapados y perdiendo líquido por los lagrimales.
Sábado 9 am y los plátanos vuelven a redimirse cuando transforman sus formas concretas en reflejos abstractos sobre la delicada piel de los clásicos.
Fotos: Diego Speratti
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