“A day at the office” = “Un día en la oficina”, suele ser la forma en que los medios británicos describen el lugar de trabajo de un piloto en un día de carreras. El lugar donde se gana el pan.
Entre tantas cosas que nos ofrece anualmente Autoclásica está la posibilidad de echarle una ojeada a un montón de esas “oficinas”. Al principio las oficinas fueron muy austeras. Apenas una silla. O dos, si se llevaba un “secretario”. Es de suponer que el chauffeur ya tenía suficiente entre manos con sólo lograr que su bólido mantuviera algún rumbo más o menos constante y posteriormente lograr frenar antes de producir una catástrofe. Cualquier información que apareciera en un cuadrante sobre el pescante debía haber sido más de interés académico que práctico para el conductor.
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Hay oficinas brutales y funcionales: las de los autos de competición, que sólo brindan la cruda información que requiere el conductor, como si fueran el puente de mando de un buque de guerra, el cockpit de un aviador de caza.
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Los autos sport que se inclinaron hacia las competencias de más largo aliento ampliaron sus escritorios y permitieron la ubicación de un segundo tripulante. A veces, en las carreras de muy largo aliento, era un segundo piloto de reemplazo, a veces un navegante que hacía de lazarillo que guiaba a través de las infinitas curvas de una Targa Florio o tomaba tiempos de paso por controles cruciales, muchas veces un sacrificado mecánico que cambiaba neumáticos pinchados, bujías empastadas o desabollaba de urgencia carrocerías golpeadas en algún fuori pista.
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A todo esto, los autos de uso diario -los “civiles”- fueron desarrollando oficinas más suntuosas, con mayor acento en el diseño, la armonía y la abundancia de la información brindada a los pasajeros. Algo importante, al menos en opinión del que suscribe: al fin y al cabo es en el interior del auto donde pasa más tiempo su propietario. El lugar que más tiene ante la vista. Las líneas exteriores podrán impresionar –o no- al transeúnte; el interior es una especie de hogar sobre ruedas para el conductor. Las planchas se ensancharon y se poblaron de información gráfica. Distintas naciones adoptaron estilos y materiales característicos: los británicos con un predominio de las maderas finas; los alemanes pusieron el acento en la racionalidad; los italianos desafiaron las convenciones y la funcionalidad, desparramando instrumentos casi sin ton ni son o coloreando sus relojes con desparpajada alegría.
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Todo lo visto más arriba, la carrera del desarrollo, la evolución imparable, el acento en el diseño y en el color, tiene una contrapartida algo sombría. La Alemania de postguerra surgía de entre los escombros y las cenizas. No había lugar para lujos ni ostentación. Desde una oficina muy chiquita, muy humilde y despojada, algunos intentaban comenzar la reconstrucción.
Fotos: Tomás Lawrie
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Ya me estaba inquietando porque no aparecía el Morgan. Qué contraste entre el interior del negro de la foto y el blanco del stand, que no parecía de un british sports car.
Leí por ahí que el interior del Morgan 0Km es personalizable. Hablan de cambiar el volante, por ejemplo, pero no sé cuántas cosas más podrá abarcar la personalización. En cuanto al exhibido en Autoclásica, parece más adecuado a un electrodoméstico
Cuánto se aprende en Autoclásica y en vaderetro. Larga vida a ambos!!!!!
P
A propósito de larga vida, creo que Vaderetro está cumpliendo su primer año de vida, Es así Adminis?
epa, qué paso? no esta el volante de pana «made in guarne» de mi espor………será que no se lleva bien con un tablero digital?
PD: Impecables fotos