Concepto para empezar

Preanunciando los coupés que se vendrían pocos años después, la más inquieta de las automotrices americanas de la época presentaba el primer eslabón de una larga cadena de Concept Cars como estudio de automóvil deportivo. El AMC AMX I (no se mataron para encontrar el nombre…) inició esta saga que culminaría como ya dijimos con las versiones más egocéntricas de la marca para participar del reparto de la torta que representaba el mercado de los deportivos a finales de los sesenta en Estados Unidos. No vamos a hacer un análisis sesudo ni destilaremos nuestras típicas frases de circunstancia a la hora de hablar de las líneas de este algo tosco pero audaz dos puertas de la casa. Simplemente se lo queríamos presentar para rellenar la mañana de nubes y frío que nos toca compartir. Solamente eso.

Ah… el asientito trasero tipo Voiturette es algo totalmente gratuito y fuera de lugar. ¿Qué valor agrega? Digamos que cuando lo vieron terminado, no era lo suficientemente potente como para considerarlo un verdadero «Concept Car» y decidieron decorarlo con un gadget que llamara la atención. ¿Diseño? Nooooo… Eso es decoración.

Hoy en día sería improponible algo así por la sencilla razón que sin cinturones de seguridad y con el canto del vidrio a pocos centímetros de nuestra trompa, dejamos al lector imaginar que puede pasar si el conductor frena bruscamente ante la maniobra del dominguero de turno que vio la panadería abierta y se acordó de que se quedó sin figacitas para acompañar el salame de la picada…