Desde este espacio queremos reivindicar el disfrute de los clásicos en todas sus facetas. Si bien, este hobby tiene varios enfoques, y uno de ellos puede ser el de galvanizar hasta la última arandela que no se ve a simple vista, una de los matices que encontramos más llenas de significado es el uso y disfrute de un auto clásico como debe ser, en los caminos, en las rutas, haciendo un mandadito, o -porqué no- irse con o sin rumbo, recorriendo miles de kilómetros hasta lugares insospechados.
Como ya lo mencionamos, es excelente lograr la perfecta restauración pero, también, es digno de admiración el imperfecto clásico que seguramente vamos a disfrutar sin tanto miedo, recorriendo y buscando aventuras.El automóvil fue creado para ir del Punto A al B. Guardado en un garaje, es como frustrar su objetivo inicial. Germán, maragato de nacimiento, hace exactamente eso, porque es lindo tener un auto perfecto, pero es más bello aún, tener un “cachilito” que funcione perfecto y que lo podamos disfrutar en diversas aventuras, sin temores.
Y, no se ofendan, pero nada más confiable que el carburador y un juego de platinos…. Así que no tengan miedo, consigan un cachilo que no sea perfecto y encaren la próxima aventura, con sillitas, comida en una canasta y ganas de salir de la zona de confort.
Entre vinos, fotos y paisajes que perfectamente combinan con el naranjo teutón de turno, Germán nos comparte esta experiencia, que seguro será inolvidable. Los parroquianos de San José dirán: “¿Adónde te fuiste?, ¿Al Aconqué?”, y seguramente no le van a creer que se fue hasta allá en su venerado BMW E21 del año 1980, sin aire, dirección, o vidrios eléctricos….
Fotos: Germán Fernández (@19capitalessanjose)
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