El éxito de Rolls-Royce en el Rally de los Alpes 1913

2/Ago/2023

Desde su fundación en 1904, Rolls-Royce se ganó de inmediato una reputación por la calidad y confiabilidad de sus productos. Esto se consolidó con una actuación impecable del nuevo motor de 40/50 HP, o Silver Ghost, como se lo conoció, en las “Pruebas Escocesas de Confiabilidad” de 1907, seguida de una demostración sin igual en el famoso “Trial en el Cambio Más Alto” de Londres a Edimburgo de 1911 y la prueba de las “100 Millas Por Hora” de Brooklands, en Inglaterra.

Estos esfuerzos le valieron al Rolls-Royce el bautismo como «el mejor automóvil británico». Sin embargo, para Claude Johnson, el enérgico y ambicioso director gerente de la compañía, quien se describió a sí mismo como “el libreto” de Rolls-Royce, aquello era sólo el comienzo. Quería conquistar el mercado europeo y sabía que el éxito en un evento de alto perfil continental era la clave. El “Rally de los Alpes” de 1913 que se disputaba en territorio del entonces Impero Austro-Húngaro, le proporcionaría precisamente la oportunidad que estaba buscando.

Johnson seleccionó personalmente un equipo de trabajo de Rolls-Royce, con Eric Platford, uno de los empleados más confiables de la compañía y ex mecánico del propio Charles Stewart Rolls, como mandamás de la expedición. Los Silver Ghost especialmente preparados serían conducidos por Curt Friese, el representante de la marca en Austria, el experimentado conductor alpino Jock Sinclair, y E.W. Hives, un miembro del Departamento Experimental de la fábrica de Derby y el primer hombre en conducir el Silver Ghost a 101 millas por hora (162,5 km/h).Johnson también invitó a un entusiasta propietario de Silver Ghost, James Radley, para actuar como líder del equipo. Los autos oficiales se prepararon meticulosamente para los desafíos de una travesía primaveral a través de los Alpes. Entonces como ahora, estos incluían temperaturas extremas, altitudes elevadas, pendientes exigentes y descensos vertiginosos, pero todo sin el beneficio de las superficies asfaltadas de las rutas de hoy en día.

Las modificaciones técnicas más significativas del Silver Ghost incluyeron una nueva caja de cambios de cuatro velocidades con una marcha baja especial, chasis y suspensión reforzados, un tanque de combustible principal más grande, junto con una reserva, y un nuevo sistema de arranque que podría hacer que el motor comenzara a funcionar correctamente en menos de un minuto incluso ante un escenario de temperaturas bajo cero.

Después de una exitosa misión de reconocimiento en el mes de mayo, en la que los autos superaron terribles condiciones con perfecta compostura, el equipo viajó a Viena, una de las capitales del Imperio, para el inicio de la prueba alpina de ocho días de duración, el 22 de junio de 1913.Al tratarse de los vehículos más poderosos entre todos los inscriptos, los Silver Ghost fueron los primeros en largar, liderados según lo planeado por James Radley. Comenzando a las 5:00 am, Radley cruzó la meta del primer día en poco más de ocho horas, seguido 45 minutos después por el resto del equipo de fábrica. En aquella primera etapa de 418 kilómetros de extensión, ningún otro auto estuvo cerca de igualar su ritmo, e incluso esta etapa relativamente sencilla determinó, sin embargo, los primeros abandonos del evento.

El segundo día, los competidores abordaron la ruta más antigua de los Alpes, el paso de Tauern, que se elevaba casi 900 metros en sólo 19,3 km con una pendiente máxima del 27,9%. Agravado por el clima hostil y las condiciones de la carretera, la tarea resultó imposible para muchos. Los Silver Ghost, sin embargo, avanzaron a velocidad media, con Radley promediando 40 km/h y nunca cayendo por debajo de los 27 km/h, incluso en las pendientes más empinadas de los 421 kilómetros recorridos en la jornada.

La tercera etapa resultaría mucho más fácil y nivelada, con final a orillas del lago de Garda, en el norte italiano. El equipo Rolls-Royce lideró desde el principio de los 396 km recorridos, con Radley quejándose por el lento ritmo desarrollado por el auto oficial que viajaba al frente, abriendo la caravana.La cuarta etapa, de 309 km de extensión, llevó a los equipos a las Dolomitas e incluyó el punto más alto de la prueba, el Paso Pordoi, alrededor de los 2.250 metros sobre el nivel del mar. La lluvia pronto se convirtió en una fuerte nevada, pero el equipo de Rolls-Royce no se desanimó y consiguió los primeros cuatro lugares del día.

A pesar de las condiciones de temperaturas mínimas, el equipo oficial volvió a conducir de principio a fin de la quinta manga, en un largo viaje de 330 km por el sur de Austria a través de caminos empinados, escarpados y llenos de obstáculos, incluidos los pasos de Wurzen y Perdils, hasta la meta en el puerto de la ciudad de Trieste.

Después de un día de descanso en Trieste, los equipos tomaron el paso más empinado de todo el evento, el Loibl, que se eleva 700 metros en cerca de 5 kilómetros, en ruta hacia la última parada nocturna en Klagenfurt, Austria, donde el equipo de Rolls-Royce completó otra jornada limpia de penalizaciones. Radley redujo el tiempo récord para el ascenso de seis minutos y medio a sólo cinco, deleitando a los espectadores cuando bebió un trago mientras transitaba la última horquilla de una etapa de casi 390 kilómetros.Entre los 418 km de la séptima y última etapa que separaban a Klagenfurt de la meta en Viena se encontraba el famoso paso Stubalpe. El camino incluía 125 quebradas que drenaban el agua a través del camino y se acostumbraban a transitar únicamente a pie. Una vez más los Silver Ghost no tuvieron problemas en transitarlos y llegaron a la rápida recta final a Viena, donde Radley superó en tres ocasiones los 112 km/h de velocidad.

Sin embargo, cuando pasaban por el pueblo de Guntramsdorf, el Silver Ghost de Jock Sinclair fue chocado por un automóvil particular que circulaba a alta velocidad y el Rolls detuvo su andar contra el poste de un telégrafo. Después de reparar la rueda y el neumático delanteros del lado accidentado, Sinclair llegó “rengueando” a Viena en su única (tercera) marcha funcional. Debido a este inesperado percance el equipo no logró conseguir las primeras cuatro posiciones en el evento.

De los 46 automóviles que largaron, sólo 31 llegaron a Viena, después de alrededor de 2.600 km recorridos. La extraordinaria velocidad, fuerza y ​​confiabilidad de los autos Rolls-Royce los convirtió en las estrellas inigualables del evento. Esto les valió a sus conductores los premios individuales más prestigiosos, presentados por el archiduque Leopoldo Salvador de Austria. Radley recibió además un premio especial de la ciudad de Trieste.El desempeño de los Silver Ghost generó elogios y admiración en todo el mundo del automóvil. Quizás de mayor importancia para Claude Johnson, este éxito se tradujo en ventas continentales que crecieron rápidamente para igualar a las del Reino Unido.

Aunque el “Rally de los Alpes” continuó celebrándose hasta 1973, Rolls-Royce nunca más participó con un equipo oficial; no había necesidad. El título de “el mejor auto del mundo” ya se asociaba con la marca y desde entonces nunca la abandonaría.

Fotos: Prensa Rolls-RoyceVadeRetro recomienda las siguientes notas relacionadas:

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