El mundo interior de la Estación Constitución

30/Ago/2022

La primera línea ferroviaria construida en Argentina fue la que tuvo como cabeceras de recorrido a la Estación del Parque y la Estación Floresta. La Estación del Parque se ubicaba en el predio donde se materializaría luego nuestro conocido Teatro Colón, y un testimonio de su recorrido que permanece en el tiempo es la curva del Pasaje Rauch, que nace en Lavalle y Callao, famosa «S» donde se ubicó la sede de American Bosch en Buenos Aires, convertida luego en el Teatro El Picadero.

Aquel recorrido original se inauguró el 30 de agosto de 1857 y es por eso que esta es la fecha en que se conmemora el «Día del Ferrocarril» en Argentina. El desarrollo del tren en las siguientes décadas avanzaría a buen ritmo, naciendo en la década siguiente el tendido hacia el Sur que ya para la década del 80 del siglo XIX necesitó una gran estación. Los arquitectos ingleses Parr, Strong & Parr la pergeñaron como un gran palacio de reminiscencias neo renacentistas con el toque victoriano que imponía la época, y que sería inaugurada el 1º de enero de 1887.

El cuerpo de la estación cabecera soportaría varias ampliaciones y renovaciones hasta la década de los años 30, para terminar por convertirse en la estación más grande del país, consecuencia de ser también la que más pasajeres, sus rutinas y sus sueños moviliza, con todos los ramales del Roca que van rumbo al sur y los que viran hacia el oeste, los recorridos hacia La Plata, Mar del Plata, Bahía Blanca y en otros tiempos a muchas otras ciudades y pueblos bonaerenses, pampeanos e incluso patagónicos.

El hall central de «Consti», ese que rara vez queda en calma durante la franja horaria de funcionamiento de trenes y subtes, en algún momento de la década de los años 50 también le daba espacio a algunos automóviles en su interior, premio para alguien y castigo para miles de otres que decidían comprar un número de la rifa en los que (supuestamente) eran sorteados. Para les más jóvenes, ésta era una práctica bastante habitual en décadas pasadas y ya vimos como también funcionaba en otros transitados espacios de la ciudad como en la esquina de Florida y Diagonal Norte o frente al Obelisco.

En el momento del registro, el enorme hall daba cabida a dos rifas diferentes, una que ofrecía un lujoso convertible gringo, que no terminamos de identificar si es un Mercury 1951 o un Cadillac, y el otro, que podría ser una Cisitalia 202 (similar a la del Obelisco, o la misma repintada…), sorteo que además como «premio consuelo» ofrecía bicis o motocicletas, alineadas junto a la coupé.

¡Qué ganas de ganar algo alguna vez en una rifa! ¡Y de viajar en tren para el «Día del Ferrocarril»!

Foto: Archivo General de la Nación

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