Un poco de historia

9/Jun/2010

Siguiendo con el CCCP (Club Coleccionistas Cuatro Puertas), nos toca hoy rendir un cálido homenaje al padre del proyecto, y quién inspirara la creación del club: nuestro querido Yuri Gagarin, el brillante cosmonauta soviético que tuvo el temple y el honor de ser el primer humano catapultado al espacio por una máquina diseñada por otro humano.

El buen Yuri, (el mismo de las ideas revolucionarias y la gran disciplina que lo llevaron a trascender y quedar en la historia), antes de lanzarse al espacio sideral estaba trabajando en un proyecto secreto a la sombra de las indiscretas miradas de la omnipresente KGB, y al que le dedicó muchísimos años de trabajo y esfuerzo.

Apasionado del automovilismo, pero consciente de vivir en un país socialista donde todo debía ser compartido, Gagarin pensó en un club de coleccionistas de autos, y (con gran altruismo) lo imaginó integrado por vehículos de cuatro puertas, uniendo así su pasión por los automóviles y su acatamiento a las normas del régimen.

La primera CCCP (Camaradas Coleccionistas Cuatro Puertas) comenzó a operar en el mayor de los secretos a finales de los años cincuenta, en el sótano de la casa de Anna Ulianova, en Leningrado. Anna era una simpática ucraniana que junto a su hija Anastasia, hacían de anfitrionas e imprimían los pasquines del club que eran repartidos en forma clandestina entre los privilegiados poseedores de automóviles de aquellos años.

Gagarin, preso de su irrefrenable entusiasmo por los vehículos de motor, creó el logo «CCCP» y comenzó a difundirlo entre sus amigos, acaparando entre todos ellos signos de profunda admiración y aconsejándole distintas tipografías entre risas, y botellas de vodka que se evaporaban al son de los bailes con Anna y la pequeña Anastasia.

Cuando fue convocado para la misión espacial, Gagarin llevó su logo consigo a todos lados, y hasta lo mandó a imprimir en el casco que usaría para la foto institucional del primer viaje cósmico. En otras imágenes, vemos a Yuri posando junto a su Volga M21, un fierro como los que sólo los rusos sabían hacer en los cincuenta, muy por encima de los pesados y anodinos botes americanos. Esto era decididamente otra cosa…

Se lo ve también sonriente a bordo de un Citroën DS de quien se dice participó en el proyecto de una manera muy particular y hasta hoy desconocida: sucede que al finalizar la guerra, las relaciones entre los enemigos del Reich estaban viento en popa, y Gagarin utilizó sus contactos para que De Gaulle escuchara sus peticiones de tener un auto de cuatro puertas de avanzada que compitiera contra los burgueses y capitalistas coupés pensados solamente para dos personas… De Gaulle fascinado con la idea, “apretó” a Flaminio Bertoni, exhortándolo a que saque lo mejor de sí y haga un cuatro puertas futurista, cosa que el italiano cumplió al pie de la letra, haciendo feliz a Gagarin, a De Gaulle, y a la banda del sótano de la casa de Anna Ulianova.

Años más tarde y en plena Perestroika, Raisa Gorbachova (mujer de Mijail) encontró en los archivos del «Pravda», un viejo artículo que refería a la antigua CCCP, y se interesó en el tema. Los años habían hecho cambiar las ideas y los gobiernos, pero no las pasiones…

Una noche en el Kremlin, cenando con Saúl Ubaldini, y discutiendo acerca de los derechos de los trabajadores en la entonces inminente era de la globalización, comenzaron a hablar de autos. Saúl le dijo a Mijaíl que tenía un Siam Di Tella celestito, y que cuando viniera a Buenos Aires se lo iba a prestar para darse una vuelta. Mijaíl explotó de júbilo y, como acto de agradecimiento, lo nombró socio honorario del CCCP. Cuando Saúl escuchó las palabras del estadista, rodó una lágrima por su mejilla, que fue oportunamente secada por Norma Plá, mientras Nestor Vicente observaba conmovido la escena…

“Miky, los tiempos cambiaron (dijo Ubaldini todavía emocionado) ya no podés llamar al club CCCP “Camaradas Coleccionistas Cuatro Puertas”. Porque no lo cambiás por “Club Coleccionistas Cuatro Puertas” y vas a quedar bien con todos, además de mostrar tu buena voluntad en un gesto de grandeza hacia occidente. Haceme caso…».

Y fue así como muchos años después, más precisamente el domingo pasado en la esquina de Nicaragua y Gurruchaga, revivimos el espíritu del club fundado por Yuri Gagarin en los difíciles años cincuenta soviéticos. Seguramente Yuri desde una estrella estará sonriendo y brindando a la eterna salud de nuestra nueva cofradía de cuatropuertistas.

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7 Comentarios

  1. A comienzos de los 70 solía verse a «Bombita Rodriguez» defendiendo las huestes del CCCP a bordo de su Torino, obviamente cuatro puertas, contra la irreverencia de «Cecilio» con su Lutheral Comahue…

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  2. sos groso !!!

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  3. Tengo un Fiat 125 Berlina ¿Podré anotarlo en el club sovietico como Polski Fiat? Como para que no sea segregado por sus compañeros por haber nacido del otro lado de la cortina.

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  4. muy bueno hernan , anotenme en el club , por supesto !!!!!!

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  5. Una genialidad.Felicitaciones¡¡Maximo Palmbaum

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  6. brillante Hernán !!!!
    felicitaciones y salu2.

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  7. Crudo relato no hay manera de salirse de esta historia antes del final.
    Cuando el gran Yuri empezaba con la convocatoria al Club, desde un ranchito en plena Siberia otro apasionado de las cuatro ruedas (y puertas) escribía sobre autos (como una especie de terapia), era un tal Alexander Solyenitzin. Una sobrina suya que lo visitaba semanalmente, Tatiana Melasova, se ofreció hacer el contacto con la Ulianova y llevarle esas notas para ser incluidas en el pasquín que clandestinamente imprimían en el sótano.
    Por aquellos años y al otro lado del charco, un amigo por correspondencia de Yuri, intercambiaba con éste figuritas de autos ostentosos y con cromados, Chuck Yeager en los ratos libres de volar con lo que le pongan, le mandaba unas Top&Quartet y recibía las Toporev rusas.
    Gorbachev previendo la importancia de la industria metalúrgica tuvo un encuentro secreto en una capital europea con Lorenzo Miguel por un tema del sindicato y éste le ofertó una chatita Justicilista que tenía ante lo cual Mikjail agradeció el gesto ya que prefería el Di Tella de Ubaldini.
    Quizás con estos datos se pueda ampliar esta apasionante historia del CCCP.

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