Hace exactamente cien años que Ferdinand Porsche, entonces Jefe de Desarrollo y Producción de Austro-Daimler, utilizó las exigencias extremas de las carreras para demostrar la eficacia de sus ideas. Y lo hizo con éxito: el Austro-Daimler ADS R ganó su categoría en la Targa Florio el 2 de abril de 1922, frente a una fuerte competencia en la clase que englobaba a los modelos de cilindrada más pequeña.
Con este automóvil, Ferdinand Porsche, que entonces tenía 46 años, depositó su confianza en el principio de la buena relación peso/potencia, algo que hasta hoy sigue siendo una característica que define a los automóviles de Zuffenhausen. Y un siglo después, un equipo del departamento de Museo y Patrimonio de Porsche ha llevado a cabo la restauración de este vehículo histórico.
Devolver a su condición original al Austro-Daimler ADS R Sascha, el ejemplar más antiguo del Museo Porsche, requirió un profundo estudio y trabajo de reconstrucción. El vehículo había formado parte de la exposición del museo durante muchos años antes de que comenzaran los trabajos de restauración. Una pequeña placa de latón en el tablero indicaba que el auto de carreras había sido restaurado por última vez en el taller de formación de Porsche en junio de 1975.“Investigamos un poco y descubrimos que el Sascha llegó allí a finales de la década de 1950 y fue reparado con los medios de entonces”, comenta Kuno Werner, Supervisor del Museo Porsche y responsable del proyecto. En 2021, él y su equipo se propusieron el objetivo de restaurar el Sascha a tiempo para el centenario de la primera victoria en su categoría. “Nuestra aspiración era reconstruir este sobreviviente de la Targa Florio para que fuera fiel al original y pudiera circular”, explica Werner. “Reconstruir el Sascha desde cero era una premisa indiscutible, ya que gran parte de él había sufrido alteraciones”.
Antes del inicio de la restauración, Werner tuvo la oportunidad de visitar otro auto gemelo del Sascha, que se encuentra en Hamburgo, prácticamente en estado original y pintado de rojo. El ejemplar del Museo Porsche también fue rojo hasta 1975, momento en el que el personal del taller lo pintó de blanco. De vuelta a casa, Werner estudió detenidamente viejas notas en el archivo de la empresa. Aquí se guardan documentos importantes que son útiles como referencia histórica para cuando se trabaja en vehículos antiguos. Por ejemplo, Werner se enteró de que después de su carrera deportiva, el vehículo estuvo en una granja durante años y era buscado por entonces para usar sus piezas como recambio. Tras una prueba inicial de unos pocos metros, se vio que el motor tenía una fuga. “Según avanzábamos en el desmontaje, más evidente se hacía que necesitábamos una base adecuada. No se puede construir una casa sobre arena”, dice Werner, explicando la decisión de que el motor fuera revisado por un experto en la construcción de motores de preguerra. La clave aquí era entender qué modificaciones se habían hecho en décadas pasadas. “Revisar los cilindros y colocarlos en el block original fue una fase particularmente emocionante para todos”, continúa Werner.En ese momento, el responsable del proyecto encargó la restauración del vehículo más antiguo del Museo Porsche a su empleado más joven. Durante los siguientes seis meses, Jan Heidak, un técnico del museo, se puso manos a la obra con el fabricante del motor. “Me gusta preservar el patrimonio”, comenta este joven de 28 años. Buscó a antiguos especialistas, ahora jubilados, que estaban familiarizados con las prácticas de ingeniería de antaño y se mostraban felices de compartir sus conocimientos. En su empeño por mantener viva la tecnología histórica, el Museo Porsche entiende como un deber el garantizar la transferencia de conocimiento a la próxima generación. Durante medio año, el equipo dedicó su atención a la suspensión de eje rígido, los frenos y el motor.
El Sascha se adelantó a su tiempo cuando fue desarrollado hace más de cien años. Por ejemplo, el conductor accionaba mecánicamente los cuatro frenos de tambor tirando de un cable que, por supuesto, se reemplazó por otro nuevo durante la restauración. Las llantas se fijaban con una tuerca central y la palanca de la caja de cambios de cuatro velocidades estaba dentro del vehículo, dos innovaciones importantes para comienzos de la década de los años 20. El motor tenía camisas de cilindros de hierro, pistones de aleación ligera e incluso un sistema de lubricación por cárter seco. También presentaba doble encendido, una evolución técnica proveniente de las carreras. Había dos bujías por cilindro, y en caso de que una fallara, el motor podía seguir funcionando con todos los cilindros. Sin duda, en comparación con otros propulsores de competición de la época, este cuatro cilindros de Porsche con un diámetro más grande y una carrera más corta demostró ser el concepto más avanzado. El colector de escape tenía forma de embudo y estaba bien pensado: las salidas de escape de los cilindros centrales se unían en un único colector, igual que las de los extremos. Más abajo, ambas se fusionaban en un solo tubo para acelerar la velocidad de salida de los gases de escape.En la presentación del Sascha restaurado, después de más de seis meses de trabajo, Jan Heidak, responsable de la restauración del vehículo más antiguo del Museo Porsche, finalmente pudo sentarse detrás del gran volante de madera. “Es un automóvil increíblemente bueno para tener cien años”, comentaba después de conducir por primera vez este auto en el Centro de Desarrollo de Weissach. A la disposición de los pedales, que no es la misma que hoy en día, le costó acostumbrarse. El pedal del medio es para acelerar en lugar de frenar. También explicaba que había que hacer mucha fuerza sobre la dirección que, además, no tiene autocentrado, lo que en su opinión es la diferencia mayor con los vehículos actuales. “El cambio es muy bueno y funciona sin necesidad de hacer doble embrague para bajar marchas, aunque la sensación es mejor si lo haces. Es como un Porsche 356”, concluye Heidak. Sin embargo, no recomienda conducir sin antiparras: “Las ruedas delanteras levantan mucha suciedad, que vuela directamente a tu cara junto con pequeñas piedras”.
Kuno Werner revela los planes del Museo Porsche para el Sascha: “Está listo para ser usado en muchos eventos”. Ciertamente, oportunidades no faltarán en el profuso calendario del departamento de Museo y Patrimonio de Porsche.
Fotos: Prensa Porsche
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