La rural carioca de Volvo

Mucho antes de que comenzara a hablarse de industria automotriz nacional en Brasil, ya teníamos aquí un buen número de fábricas especializadas en vestir chasis de ómnibus y también de automóviles. Un ejemplo era Carbrasa (Carroçarias Brasileiras S.A.), fundada en Rio de Janeiro en septiembre de 1947 por el industrial Mario Slerca y por el banquero Mario Carlo Pareto. La empresa luego se volvió una filial de Volvo do Brasil S.A., que también tenía sede en Rio y a Pareto como uno de sus principales accionistas.

En 1951, la Carbrasa inauguró sus modernas instalaciones en la Avenida das Bandeiras (hoy Avenida Brasil), a la altura de Parada de Lucas (Estación de Lucas, un barrio de clase baja, en los suburbios cariocas) donde construía sus ómnibus, casi siempre sobre chasis Volvo.

Además de los vehículos pesados, la marca sueca también vendía los robustos (y modestos) automóviles de turismo PV444. Hasta que, a partir de 1953, la importación de automóviles completos comenzó a restringirse para estimular el nacimiento de la industria nacional. La Volvo de Brasil, mientras tanto, pasó a importar desde Suecia chasis y mecánicas del pequeño utilitario PV445 y vestirlos con carrocerías diseñadas en Carbrasa. Cabe resaltar que mientras el 444 tenía estructura monocasco, la 445 tenía chasis, sobre el que era montado la carrocería. El motorcito era el clásico B4B, un cuatro cilindros con válvulas a la cabeza de 1.414 cc y caja de tres velocidades.

El resultado fue una pequeña rural (perua en portugués) de dos puertas, con el frente rechoncho de los Volvo comunes y silvestres, pero con una parte trasera bien cuadrada, semejante a la de las Dodge Station Wagon.

El diseño brasileño parecía incluso más moderno que el de las PV455 Duett europeas. Se estima que fueron fabricadas unas 320 unidades de estas Volvo Carbrasa, desde 1956 a 1958. Hoy en día, hay noticias de apenas dos ejemplares sobrevivientes de estas «suecariocas».

Fotos: Jason Vogel/O Globo y Prensa Volvo