Los orígenes fortuitos del Mehari

7/Feb/2022

El Méhari nació de una intuición genial. En 1947, en Francia, se estableció la SEAB (Société d’études et d’applications des brevets) fundada por el empresario francés y aviador de la Segunda Guerra Mundial, Roland de la Poype, que trabajaba con materiales innovadores para la época, particularmente plásticos y resinas coloreados en la masa.

En la flota de vehículos de la SEAB figuraban una serie de furgonetas AZU y AK, desarrolladas por Citroën sobre la base del 2CV. Un día, uno de estos vehículos comerciales sufrió un accidente de cierta importancia en el que el conductor salió indemne, pero en el que la carrocería de la furgoneta quedó seriamente dañada, no así la mecánica.

De la Poype decidió no repararla porque tenía una idea en mente: quería realizar una carrocería de plástico para instalarla sobre una base Citroën creando un auto completamente nuevo orientado al mercado de los vehículos comerciales, capaz de cargar elementos voluminosos como si de una pick-up se tratara pero que ofreciera además la posibilidad de cerrarse como una pequeña camioneta o abrirse completamente, como un convertible de dos plazas.Se realizaron para ello diferentes propuestas y unos cuantos prototipos con la ayuda del diseñador Jean-Louis Barrault, que ya había colaborado en la realización del último producto de éxito de la SEAB, el contenedor de muestras monouso Berlingot para la firma de perfumería L’Oréal.

Para la carrocería se eligió el ABS (Acrilonitrile Butadiene Stirene): un material fácilmente termoformable, flexible y que se podía colorear en la masa. El resultado fue un pequeño todoterreno de plástico que utilizaba el chasis del bicilíndrico AZU y que fue presentado a la dirección general de Citroën. El encuentro se celebró en 1967 en el sótano de la fábrica del Quai de Javel, junto al Sena, en el centro de París. Por parte de Citroën estaban presentes Pierre Bercot, Director General de la marca y el responsable de vehículos comerciales mientras que por la SEAB acudieron Barrault y el propio De la Poype.

No era la primera vez que se encontraban: la SEAB estaba entre los proveedores de Citroën, para la que producía paneles de puertas, tableros y otros elementos de plástico, todos ellos muy bien realizados, pero sin respetar, en muchas ocasiones, los plazos acordados. Bercot escuchó la propuesta, dibujó una sonrisa y contestó: «Interesante, lo comercializaremos». De la Poype preguntó entonces cuántos debía producir, y la respuesta que escuchó de Bercot fue la siguiente: «ninguno, lo construiremos nosotros, ustedes ya están retrasados con las entregas normales. ¡Obviamente que les pagaremos los derechos!».A Bercot le bastaron diez minutos para darse cuenta de las posibilidades que ofrecía el Méhari, un vehículo interesante como herramienta de trabajo, pero, sobre todo, como automóvil de ocio. Era muy ligero, hasta el punto de poder enfrentarse a terrenos irregulares sin excesivos problemas ya que no se asustaba ante el barro ni encallaba en la arena o en la nieve.

Después del prototipo inicial de color ocre (elegido para adecuarse al tono de los vehículos del servicio de mantenimiento de rutas francés) en la SEAB se fabricaron una veintena de unidades en los colores más dispares: Amarillo Atacama, Rojo Hopi, Verde Montana, Naranja Kirghis, Beige Hoggar, Verde Tibesti (adoptando los nombres de grandes desiertos del mundo) e incluso un improbable tono plateado. Todos estos colores se utilizaron para la presentación oficial del vehículo.

Mientras que una joven generación salía a las calles parisinas en busca de más libertades al grito del célebre ‘Bajo los adoquines, la playa’, Citroën develaba el 11 de mayo de 1968 en el campo de golf de Deauville, un modelo adelantado a su tiempo, símbolo del espíritu de libertad. Toda la prensa quedó unánimemente encantada con el nuevo pequeño Citroën.La producción se inició de inmediato en dos versiones de dos y cuatro plazas. La primera tenía, en Francia, una cuota fiscal beneficiosa y la segunda estaba dotada de una fila trasera plegable que quedaba al ras de piso en el espacio de carga y que, al plegarse en una única maniobra, convertía al Méhari en un pick-up en menos de 10 segundos.

Inspirado en las personas, este modelo adelantado a su tiempo sedujo a todes: agricultores, recolectores de setas, amantes del aire libre, tanto en la playa como en la montaña. Veloz gracias a su ligereza y capaz de llegar a los lugares más insospechados, su nombre “Méhari” se eligió derivado de una raza de camellos de carreras, particularmente robustos y resistentes. Y si el 2CV fue definido como un “caracol de lata” el Méhari fue llamado, de manera simpática, “caracol de plástico”.

Tan a gusto en cualquier playa como en el centro de París, del Méhari se fabricaron unas 150.000 unidades durante casi 20 años: entre 1968 y 1987 (también en fibra de vidrio en Argentina y Uruguay), incluyendo las versiones 4×4 que sirvieron en el ejército francés y se utilizaron como “ambulancia rápida” en el París-Dakar de 1980, donde demostraron su increíble eficacia para meterse en las dunas sin quedarse atascadas en ningún momento.

Fotos: Prensa CitroënvadeRetro recomienda otras lecturas relacionadas:

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