Entre las bondades de caminar sin rumbo por la capital de Bavaria, está la de toparse con lo mejor de la tradición mecánica local, no solo desparramada en las calles, sino también encerrada en museos.
Muestra sobre historia del diseño en la nueva pinacoteca de Munich, y en la parte destinada al automóvil, alguna de las mejores piezas que se hicieron al norte de los Alpes durante el siglo XX.
Sorprende gratamente el respeto hacia el gran Ledwinka y una de sus obras cumbres, el Tatra T87, presidiendo el salón.
Mas allá, completaba el decorado la obra del plagiador austríaco y sus simpáticas cucarachitas, entre otras glorias de la panoplia metalúrgica teutona.
Ah…Un Adler Autobahner (si no me equivoco), para alegría de la familia Speratti, como para que no falte nadie a la cita del diseño. Poco para agregar a la guaranga demostración de Audi, vecino incómodo que desde la cercana Ingolstadt, está lentamente minando la omnipresencia de la Bayesirsche Motoren Werke en la zona. Prueba de ello la imponente instalación con la silueta del Quatrro como protagonista y miles de «Quatrritos» en escala com ofondo, componiendo una obra de majestuosa ejecución.
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