A través de su más de siglo y cuarto de historia, Škoda Auto ha presentado todos tipo de prototipos. Uno de ellos fue el Buggy Type 736: estaba basado en el sedán Škoda 110 y continuaba con la tradición de fabricar autos de autocross, con los que el fabricante checo había celebrado éxitos en el automovilismo a comienzos de la década de los años 70.
Durante la década de los años 60, el «Autocross» se convirtió en otro de los deportes a motor favoritos de los europeos. En carreras entretenidas y emocionantes, los pilotos competían entre sí en circuitos de tierra/barro/hielo, luchando por la victoria en vehículos ligeros y minimalistas. En Checoslovaquia, la primera carrera oficial de autocross se celebró en 1969 en la ciudad de Přerov, y un poco más tarde Škoda empezó a tomar parte en la nueva disciplina automovilística: en noviembre de 1970, el piloto oficial Milan Žid ganó en la categoría de menos de 1.000 cc en el circuito de obstáculos del hipódromo de Pardubice. Para optimizar el peso del Škoda 1100 MB, se dejaron de lado los paragolpes y las puertas durante la construcción, y el interior se vació hasta dejar tan solo lo esencial.
Škoda dominó el primer campeonato checo de autocross en 1971 con un buggy basado en el Škoda 100/110 L. Sin embargo, la distancia entre ejes del bólido de carreras era 40 centímetros más corta, y la carrocería había sido sustituida en gran medida por barras de refuerzo. Milan Žid resultó nuevamente invicto en la categoría de un litro, y Oldřich Brunclík, otro piloto oficial, dominó la siguiente categoría -la cilindrada de su buggy aumentó hasta los 1.150 cc-. A pesar de estos éxitos, el equipo de fábrica de Škoda puso fin a su participación en las carreras de autocross en la siguiente temporada de 1972, ya que el departamento de competición estaba operando a plena capacidad preparando autos de rally y de pista.
A medida que el entusiasmo por el autocross seguía creciendo, una tendencia empezó a extenderse en Europa proveniente de las playas de California y Florida, en Estados Unidos: los buggies para la arena y la playa. Estos vehículos, tecnológicamente sencillos, eran muy divertidos y ofrecían una experiencia entretenida como pocas, lo que, en paralelo, generó interés en los vehículos puramente recreativos. Estos vehículos, que a menudo se vendían en forma de kit, eran habitualmente autos pequeños modificados con carrocerías ligeras hechas de plástico reforzado con fibra de vidrio (GRP). En Europa Occidental, varios fabricantes hicieron uso de la moderna y competitiva tecnología de los Škoda de la época.
François Vernimmen, de Namur, Bélgica, fue uno de los fabricantes de buggies europeos más activos en aquella época. En 1971, usó la plataforma reforzada del Škoda 100 e hizo dos copias de su Buggy VF sobre ésta. Acortó la distancia entre ejes de 2.400 a 2.240 mm, la carrocería del buggy descapotable tenía un techo de lona y el interior contenía poco más que un volante deportivo y asientos de cubo. El motor de cuatro cilindros de 988 cc montado en la parte trasera entregaba 31 kW (42 CV) y era un derivado del modelo de serie, como también ocurría con la transmisión de cuatro velocidades.En enero de 1972, el vehículo celebró su estreno mundial en el stand de Škoda del Salón del Automóvil de Bruselas. En los tres siguientes años, se fabricaron cerca de 30 copias del buggy. A partir de 1973, pasó a ser conocido como el «VF Okap», y su motor contaba con una cilindrada de 1.107 cc.
Motorest, que en aquella época era el importador italiano de Škoda, también vendía productos similares. El «Kirby», un proyecto del fabricante de autos pequeños Autozodiaco, con sede en Pianoro, cerca de Bolonia, debutó en el Salón del Automóvil de Turín en noviembre de 1972. Este vehículo descapotable de dos plazas también estaba basado en el Škoda 100, pero con una distancia entre ejes sin modificar. Por motivos de seguridad, el Kirby, al igual que el VF, tenía un marco tubular que sostenía el parabrisas y una barra antivuelco trasera. Sin embargo, sólo se fabricaron dos ejemplares; el motor de 1.107 cc con uno o dos carburadores nunca llegó a usarse en el «Kirby».
En Mladá Boleslav, Škoda seguía de cerca la construcción de estos vehículos y, finalmente, decidió lanzar el Proyecto 736 en 1973: este Buggy se creó para descubrir si un vehículo de estas características tenía potencial para la exportación y sentido desde un punto de vista económico. Pasaron dos años de trabajo intensivo antes de que se completaran las pruebas de conducción en el verano europeo de 1976.
El 110 L sirvió de base para el prototipo. Los diseñadores redujeron la distancia entre ejes a 2.000 milímetros, mientras que un marco alrededor del parabrisas y una barra elevada por encima de las cabezas del conductor y del acompañante garantizaban que la plataforma fuera más rígida. Josef Čech fue el responsable de diseñar la carrocería abierta de metal que, como vehículo de 2+2 plazas, podía transportar hasta cuatro personas. El primer modelo se creó con la ayuda del departamento de desarrollo, que también se hizo cargo de pintar el auto. En octubre de 1975, los aprendices de la escuela de formación profesional de la compañía habían completado a mano otras cuatro unidades.Los buggies fabricados por Škoda eran distintos de los de Bélgica e Italia, principalmente debido a su construcción más sofisticada. Por ejemplo, el radiador, la batería y el depósito de combustible de 40 litros estaban situados en la parte delantera del vehículo, lo que contribuía a distribuir favorablemente el peso y equilibrar la carga sobre cada uno de los ejes. Unos marcos tubulares protegían las secciones frontal y trasera. Los dos faros delanteros eran especialmente llamativos, como también lo eran la rueda de repuesto sobre del capot trasero, que estaba protegida por una cubierta.
El potente motor de cuatro cilindros de 1.107 cc y 45 CV del Škoda 110 proporcionaba la propulsión y, gracias a un par motor de 74 metros-newton a 3.000 revoluciones por minuto, no le resultaba difícil moverlo en cualquier terreno: el Buggy, de apenas 3,32 metros de largo, pesaba tan sólo 710 kilogramos, pero podía cargar hasta 400 kilogramos. Esto era más que suficiente para dos adultos y 100 kilos de equipaje, para el que no había espacio si viajaban cuatro personas. Si dos personas viajaban juntas, el asiento trasero podía usarse como zona de almacenamiento de 980 milímetros de ancho.
Los ocupantes estaban protegidos de los elementos, y en caso de necesitarse, por un techo flexible de lona y paneles laterales con film transparente. El prototipo alcanzaba una velocidad punta de 107 km/h con media carga y neumáticos de asfalto provistos por el fabricante local Barum de 165 SR 13 – el ancho de los neumáticos off-road era de 175 SR 13 -, con un consumo medio de 8,3 litros a los 100 kilómetros.
El Škoda Buggy Tipo 736 recorrió casi 30.000 kilómetros durante las pruebas de conducción, y recibió evaluaciones casi exclusivamente positivas. Sin embargo, ello no era suficiente para iniciar la producción en serie de un modelo de nicho, a pesar de que los diseñadores habían presentado posibles ideas para simplificar la producción y reducir los costos. Estas iban desde una carrocería de GRP hasta la posibilidad de ofrecer el Buggy a la Policía como vehículo de vigilancia de las fronteras, que finalmente fue abandonada debido a la legislación de la época. Sin embargo, tras la finalización del proyecto, uno de los prototipos entró en servicio en el aeropuerto de Praga, donde se usó como vehículo «follow me».
Una de las cinco unidades pertenece hoy al Museo Škoda, tras haber sido cuidadosamente restaurado en 2017. La restauración del vehículo fue realizada por los antiguos aprendices de la escuela de formación profesional de Mladá Boleslav que habían sido responsables de la fabricación de este auto único más de 40 años antes.
Fotos: Prensa Skoda
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