Todo lo expresado en el post del UMM 4×4 toma validez una vez más en este nuevo «camello» que apareció días atrás en la rambla de Colonia.
Unos meses atrás ya lo habíamos avistado, pero de noche y sin celular a mano. Charlando con el matrimonio germano que viaja en él, encontramos la explicación de aquella «aparición».
En octubre pasado, junto al Mercedes-Benz, en un barco de carga que partió de Hamburgo llegaron a Montevideo. Desembarcaron y pasaron por Colonia rumbo a la Patagonia profunda. Por allí anduvieron varios meses en el camino, hasta que a mediados de marzo la pareja aventurera retornó al Uruguay para cruzar el gran charco en avión, dejando atrás miles de anécdotas, y los ojos y el corazón llenos de inolvidables imágenes. Y al noble Mercedes-Benz lo dejaron esperando triste y solitario en la campiña coloniense.
El destino volverá a unirlos cuando la primavera empiece a brotar por estas pampas y un nuevo octubre traiga al matrimonio jubilado, originario de Hannover, de nuevo al Uruguay, para iniciar otro periplo de cinco o seis meses, esta vez por el norte argentino, Chile, Bolivia y Perú.
El camión cuenta en su interior con una amplia cucha matrimonial, cocina, un holgado comedor y un baño dentro de un caparazón también de origen alemán. La nomenclatura del camión es 911, recordando que Mercedes-Benz define en ellas las cifras de capacidad de carga y de potencia del motor, aunque el propietario nos aseguró que dispone de 170 caballos en su poderoso motor Diesel. La tracción en las cuatro ruedas les permitió llegar adonde no todos pueden… El NOA, el Salar de Uyuni, los geisers del Tatio, el desierto, la selva, los andes y los valles sagrados incaicos los esperan.
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Altas yantas las Adilette con dibujo de goma. Los alemanes se hacen los ratones con la Claudia Yifer en bolas pero con ojotas.
Que lástima ya tiene rastros de oxido, el Uruguay todo lo puede, abrazo.
Qué lindo mionca! cuanta calidad de construcción y prolijidad germana que respira también la casita. La foto de la chancleta de goma desentona. El felpudito pegado a la escalera y el calzado estacionado apenas se entra a la vivienda son detalles de costumbres europeas, de las que nunca se desprenden aunque no haya ni un poquito así de nieve.