Hiroaki Kamisago fue uno de los tantos estudiantes japoneses que frecuentaba el entonces (y ahora) en boga Art Center College de Pasadena, California. Allí en la carrera de diseño de medios de transporte, nuestro amigo nipón se fue impregnando del espíritu y cánones estilísticos reinantes en el más libertino de los estados unidos de América.
De vuelta en Japón, Mitsubishi le abrió las puertas y en Okazaki, ciudad natal de la empresa, comenzó a transcribir en el papel todo lo aprendido del otro lado del Pacífico.
Cuando le encargaron una coupé mediana que pudiera competir en el difícil mercado americano, pero que despierte también pasiones en la gran isla, Hiroaki presentó un cocktail de todo lo visto y aprendido allá en Pasadena.
El resultado, como el de tantas otras coupés niponas contemporáneas, es un auto muy balanceado y aunque muy inspirado en los muscle cars americanos, con identidad y equilibro propios. El Galant GTO (esta fue una de sus denominaciones) estuvo durante casi siete años en el mercado y llegó al final de su vida útil con muy pocos cambios en su silueta.
El único cambio consistente y visible fue en 1974 cuando le cambiaron parrilla delantera por un “honeycomb” mucho más deportivo y le introdujeron llantas de color oscuro levemente desplazadas.
Nadando ya en las aguas del año 1977, el Galant GTO entregó el bastón a quien fuera su sucesor, un coupé largamente conocido y apreciado en estas tierras: el Sapporo.
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Mustang, Taunus, etc pero bien japonés aunque le saquen los espejos.
Al igual que las Célica (modelo anterior al conocido en estas Pampas)y alguno que otro ponja «GT» de principio de los 70, puerta y trasera con perfil bastante mustang (razonablemente proporcionado al reducir la escala)y frente de la casa.
Mezcla de BMW («el venir») y Chevrolet («el ir») de los ’70, pero, me agrada…
Su 3/4 perfil trasero lo veo chevroletoso. Con unos pocos retoques en parrilla lo chevroletearía del todo.