El auto ganador parecía conservar la calma, pero el público bullía. Alivio, orgullo y la satisfacción del deber cumplido convergían en el ambiente cuando el piloto finés Rauno Aaltonen cruzaba victorioso la línea de llegada de la 36ª edición del Rally de Montecarlo, un 20 de enero de 1967.
Se trataba de la tercera victoria en este legendario rally para el Mini, después de las obtenidas en las ediciones de 1964 y 1965. Pero esta victoria tenía la fuerza de una épica particular. El año anterior, el piloto del pequeño bólido inglés creía haberse llevado la victoria en el rally, la tercera consecutiva para el modelo, pero el Mini fue finalmente descalificado por los oficiales, en una decisión que los pilotos, el equipo y los fans no terminan de entender hoy en día. La empatía que generó aquella decisión entre los espectadores por el pequeño David enfrentando a gigantes Goliath, hizo que el triunfo del año siguiente tuviera un especial sabor a revancha y los espectadores lo celebraran con alegría reivindicatoria.
Para conmemorar aquella gesta, el propio Rauno Aaltonen decidió celebrar el aniversario de la forma más emotiva. Volviendo a manejar el Mini sobre los mismos caminos, para completar unos 1.250 kilómetros de recorrido. Volver a desandar los serpenteantes caminos de los alpes marítimos, y encontrar el punto de frenado justo en superficies con nieve y hielo fue la mejor manera de revivir aquellos momentos triunfantes para este finlandés volador, a punto de celebrar sus 79 años.
Repasando un poco la historia que decantó en esta sociedad victoriosa podemos retroceder hasta 1961, año en que Aaltonen se convirtió en Campeón Nacional de Rally en Finlandia y decidió dar el salto y participar por primera vez en la Rally de Montecarlo, a comienzos de 1962. El equipo oficial de la British Motor Corporation le abrió sus puertas y Aaltonen debutó al mismo tiempo que el Mini Cooper, que demostró ser muy competitivo desde el vamos en comparación con las versiones previas, mucho menos potentes. Sin embargo, esta promisoria relación casi termina de la peor manera. Tres kilómetros antes del punto de llegada, mientras el auto marchaba en segundo puesto, se sucedieron una salida de ruta, una voltereta, y unas flamas que consumieron el auto. Aaltonen y su copiloto, Geoff Mabbs, consiguieron escapar del auto en llamas a último momento.
Luego de este dramático bautismo sobre el Mini, Aaltonen regresó a la alineación de la BMC en 1963. Aquella vez consiguió vencer en su categoría y culminar en la tercera posición en la general.
Al año siguiente, 1964, el piloto irlandés Paddy Hopkirk llevó a su auto a la victoria en la general, la primera para el Mini. Mientras tanto, Aaltonen conseguía un séptimo puesto final. Ese año comenzaba la era de «Los Tres Mosqueteros», cuando el finés Timo Mäkinen completaba el trío. En 1965, Mäkinen conseguía la segunda victoria en la general consecutiva para el Mini, mientras su compatriota no conseguía aparecer en el clasificador final. Fue una pésima manera de comenzar el campeonato para Aaltonen, quien sin embargo en aquel año conseguiría reverdecer los laureles con su título en el Campeonato Finlandés de Rally y también consiguiendo el trofeo del Campeonato Europeo de Rally.
«Los Tres Mosqueteros» conseguirían su performance más impresionante en la edición 1966 de Montecarlo. Timo Mäkinen, Rauno Aaltonen y Paddy Hopkirk dominaron la competencia de principio a fin. Completado el recorrido, estos tres pilotos dominaban las posiciones 1, 2 y 3 de la clasificación general. Pero la alegría por el «hat trick» de Mini duró poco. Los tres autos fueron descalificados por la organización, que encontró que las luces de éstos supuestamente no cumplían con el reglamento, según los oficiales franceses del rally.
Un año después, la consternación alrededor de esta polémica decisión dio paso a una marcada determinación de revancha. En 1967 le llegaba su hora al tercer mosquetero en el Rally de Monte Carlo. Aaltonen y su copiloto Henry Liddon, quien había ganado la edición 1964 acompañando a Paddy Hopkirk, fueron desde el inicio el binomio más rápido del equipo. Se encontraban en una promisoria situación antes del comienzo de «La noche de los cuchillos largos». La carrera se decidía en un Col de Turini repleto de nieve. Y como confesaría Aaltonen muchos años después, un ritmo de marcha elevado lo llevaría a una situación similar a la de su debut en Monte Carlo, cinco años antes. En un momento de la prueba el Mini Cooper S transitaba a una velocidad mayor a la recomendada y el pequeño auto tomó vuelo y aterrizó fuera de los límites de la huella. Hubo fuertes golpes en la parte baja pero para sorpresa hasta de la tripulación y de forma milagrosa, el auto consiguió volver al camino marcado. Aaltonen y Liddon respiraron profundamente y llevaron al auto a la victoria final.
50 años después, Aaltonen volvió a Monte Carlo y a manejar un Mini Cooper S, claro que a un ritmo alegre, pero sin acercarse a las exigencias de aquellos tiempos veloces. Una parva de imágenes le hacen justicia a este momento histórico.
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En una de las fotos se lo distingue claramente a Stig Blomqvist campeón mundial 1984 con Audi Quattro. Stig fue piloto toda su vida, colgó los guantes recién a los 60, y en su última década en actividad aprovechó a la venezolana Ana Goñi como amante y fundamentalmente sponsor para seguir tras el volante. Solo otro sueco fue campeón del mundo como él, Bjorn Waldegard (fallecido hace 2 años) en el primer Campeonato del Mundo de Rally celebrado en el año 1979.
Muy buen relato y fotos para conmemorar la última victoria de Mini en el «Monte» y a uno de los pioneros de los Flying Finns. Al bajo Aaltonen se lo vio en la presentación de los Mini Countryman WRC que en 2011 volvieron al mundial en la isla de Cerdeña cuando inició la nueva era de motores 1,6 turbo 16v. Motor by BMW Motorsport pero desarrollo a cargo del equipo inglés Prodrive (ex equipo oficial Subaru) con David Richards a la cabeza, no llegaron a buen final porque parece ser que si bien el coche era competitivo, Don Richards prefirió desviar las libras de BMW a su bolsillo en vez de seguir desarrollando el auto. Fue entonces cuando los germanos cortaron el chorro y se acabó el Mini como equipo oficial, dejando de a pie a Meeke, Sordo y al desarrollista Markko Martin. El 2do puesto de Sordo (detrás de Loeb) en el regreso del Mini a Montecarlo en 2012, no los hizo cambiar de opinión. Prodrive vendió sus autos a pilotos privados por todo el globo y así murió un lindo proyecto. El ronquido característico de su motor, vuelve a sentirse cuando el entusiasta ucraniano Valeriy Gorban se anota en alguna. Tal vez vuelva a aparecer a fin de abril por las sierras cordobesas.
Pobre Aaltonen, todavia debe estar lamentando el paro de la CGT en octubre del 64 que hizo que no pudiera participar con el Magnette 1622 en el Gran Premio de Turismo.
Ovbiamente, no arriesgaron el original Mini «Works» del ’66 con chapa LBL 6 D que esta en la colecciòn del Gaydon Motor Museum. el de las fotos es otro auto, que replica el anterior, se puede ver muchos «relojitos» y mecanica actuales
impresionante……el Mini me vuelve loco en su versión Monte Carlo
Buena nota, leí hace un tiempo que uno de los problemas al principio eran los neumáticos, al ser más pequeños que los de sus rivales sufrían más desgaste..
Simplemente gracias