El flaco Spinetta era un gran fanático de los autos…Como artista multifacético, dedicó una pequeña parte de su paso por este mundo a dibujar e imaginar criaturas sobre ruedas que desde el papel destilaban un aura tan exquisita como la música que adornaba sus letras. Genial creador de sensaciones, su arte se destacó en un medio en el que logró expresarse de manera potente pese a las imposiciones comerciales de quienes le permitieron hacerse conocido. ¿Será hoy en día la industria del automóvil al diseñador lo que las discográficas para los artistas de la música?
“Y si acaso no brillara el sol…” ¿Y si acaso nuca más brille en nuestra profesión? Después del terremoto de humo con epicentro en Wolfsburg y algunas repercusiones en Bavaria, queda claro que la masificación del producto automóvil, su peso en la economía y en la política global deja cada vez menos espacio a lo que el ser humano como elemento unitario pueda incorporar y mucho menos a lo que desde su visión pueda proponer.
Ya nadie quiere hacer autos lindos. Hoy la prioridad es simplemente hacer girar la maquinaria de enormes corporaciones que dentro del contexto planetario tienen mucho más peso que la mayoría de los países. El CEO de un grupo como VW o General Motors es seguramente más poderoso que muchos presidentes de países como el nuestro y su voz tiene más peso en la sala de los botones que encausa los destinos de la humanidad que el ruido que pueda generar el viento del sur.
Ante semejante contexto, estos personajes tienen que ocupar su tiempo en cuestiones tales como atender el deseo de accionistas, planificar el destino de los centenares de miles de obreros que a lo largo del mundo trabajan para la organización y demás quehaceres vitales que los alejan cada vez más del principal atractivo que tiene para nosotros esta disciplina: fabricar automóviles que nos despierten pasiones.
Les propongo que imaginen esta escena de una presentación: el señor del que hablábamos tiene que ver la nueva gama de productos de su corporación. Generalmente de diseño no entiende nada (nadie se lo exige, por supuesto). En una empresa con un promedio de seis a diez marcas a cargo como estos conglomerados de los que hablamos, este señor se pasea con su gusto delante de los objetos que tiene por delante con su visión personal del negocio. Luego de escuchar con relativa atención nuestras justificaciones y mientras su séquito palaciego anota con puntillosa precisión cada gesto y detalle del evento, decide que hacer. El problema no es lo que decide, sino como se aplica, aunque a veces el problema también es lo que decide… Su gusto personal se verá inevitablemente aplicado en todas las marcas ya que un poco porque es el jefe y otro tanto porque quien quiera quedar bien con el jefe sabe lo que le gusta y se lo hace, la cosa comienza a ponerse chata y aplanarse.
Muchos directores obedientes de estas empresas tienen sueldos anuales que se cuentan en siete cifras y llega un momento en el que tienen mucho más para perder que para ganar. No van a entablar batallas morales por una línea que dibuja o desdibuja su criatura. A la hora de proponer piensan en los dos autos que les da la empresa, su seguro de salud para la familia, la jubilación abultada, su casa en el mar…
“¿Cómo lo quiere señor…así”? Aquí lo tiene… Del otro lado, está el joven diseñador que no tiene nada que perder, y mucho por ganar. Por eso arriesga. En estructuras más pequeñas y menos burocratizadas, el mensaje del joven tiene menos filtros y gente más audaz que lo hace llegar límpido hasta arriba.
A todo esto hay que agregarle factores de organización y logística de recursos, como por ejemplo que un grupo que posee tantas marcas, no discrimina sus estudios, sino que los hace trabajar en diferentes proyectos “para potenciar los recursos”. Esto termina infectando la genética de una marca con otra ya que un diseñador se encuentra trabajando para muchas marcas. Sucedió con GM históricamente y con sus hermanos de Detroit y sucede hoy con VW y también con el lenguaje de Renault-Nissan que se deja ver en muchas pequeñas cosas que el cross-over genético entre Japón y Francia existe.
Entonces ante un panorama de multinacionales que piensan más en su cuota de poder y posicionamiento planetario… ¿Qué espacio puede quedar para un profesional del diseño más que agachar la cabeza y someterse al yugo que impone este nuevo orden?
En tiempos como éstos, de fuertes discusiones y debates abandonados, resulta saludable dejarse caer y sumergirse en un análisis coyuntural de lo que ofrece nuestra noble profesión: pide subordinación al gran orden, casi como el que pedía la iglesia en el medioevo a los artistas, ya que por entonces la sacra institución era el único cliente que tenían estas pobres almas sensibles…
Luego llegaron los burgueses, más algunos nobles inquietos, y la cosa comenzó a cambiar: se llamó Renacimiento. El hombre pasó a ser el centro del mundo nuevamente y no las organizaciones.
¿Quiénes serían estos personajes salvadores del arte hoy en día en el mundo del automóvil? Sin dudas las empresas pequeñas y los autos artesanales o de mediana escala. Allí queda el último refugio del arte aplicado al automóvil y como tal, lleno de maravillosas imperfecciones, tan cálido y humano como el grito de los ambientalistas contra el humo que les venden en formato de felicidad y “sonrisas rubias de barrio especial” viajando sobre ruedas.
Desde la inocente retórica de Spinetta hasta empaparse de furia ricotera, las pasiones despiertan esto de viajar del sol al bajofondo y si de autos se trata, siempre en primera fila para dar y recibir.
Cuando no las tengamos más, será momento de abrir un Maxikiosko o una lencería.
Por lo pronto, a seguir hablando de autos…
(N. de R.: nota originalmente publicada en la revista Auto Test)
- Citroën Camargue - 05/04/2020
- Buon compleanno maestro! - 26/09/2018
- Don Alberto - 21/09/2018