Mucho se ha hablado del museo del automóvil que en breve será inaugurado en la ciudad de Campos do Jordão, en el interior del estado de San Pablo. Las previsiones hablan de que será el más grande de esta temática en América Latina, y esto no es una exageración retórica. Con 5.400 m² de área construida sobre un terreno de 150 mil m², el museo dispondrá de un acervo de más de 600 automóviles, siendo 90 de ellos expuestos y los restantes mantenidos en reserva técnica. De esta manera, los visitantes siempre tendrán novedades para ver.
Se trata de una iniciativa de la Fundación Lia María Aguiar, que lleva adelante diversos proyectos socioculturales para infancias y adolescencias en Campos do Jordão. Hija adoptiva de Amador Aguiar (1904-1991), fundador de Bradesco, Lia es una de las grandes accionistas del banco. El museo exhibirá los autos clásicos adquiridos por la fundación, así como automóviles de la colección de Luiz Goshima, director de la institución. Uno de los planes es que el museo ofrezca cursos para formar una nueva generación de restauradores de vehículos antiguos.
La sede del museo ya está prácticamente lista, en fase de terminaciones finales. La idea es contar la historia reciente de Brasil por medio de los automóviles. Hasta que llegue el momento de la inauguración, tuvimos la extraña oportunidad de conocer de cerca algunos de los modelos que estarán en exhibición.Esa primicia sucedió durante el lanzamiento de los BMX X2/iX2 y de los Mini Cooper S/Countryman, la semana pasada, en Campos de Jordão. El evento incluía almorzar en una hacienda donde se guardan los autos de la colección. En construcciones de cuatro plantas amplias, bien iluminadas y climatizadas -ubicadas a menos de 2 km del lugar donde estará el museo- fue posible tener un anticipo de lo que llegará a los ojos del público dentro de algunos meses. Todo hace que nos quede la boca abierta, aún las de quienes ya hayan visitado otras colecciones por el mundo.
Ahí nomás entrando está el Hispano-Suiza 1911 que puede ser considerado la piedra fundamental del “antiguomobilismo” en Brasil. En la década de los años 60, este auto fue restaurado (con cierta «creatividad» y los recursos disponibles en la época) por Roberto Lee, uno de los primeros coleccionistas de automóviles en el vecino país. Era el auto favorito de Lee y la principal pieza de su Museo de Antigüedades Mecánicas en Caçapava, en el estado de San Pablo.
Lee fue asesinado por una amante, en 1975, el museo fue cerrado a comienzos de la década de los años 90 y vandalizado a lo largo de las siguientes décadas (lo que quedó fue limpiado, organizado y reabierto por el municipio de Caçapava en 2017). De esta manera, es casi mágico reencontrar al famoso Hispano-Suiza de Lee funcionando y brillando como nunca, ahora preservado en la colección de Campos do Jordão.El acervo del coleccionista Og Pozzoli (1930-2017), otro pionero del ‘antiguomobilismo” en Brasil, también fue adquirido por la Fundación Lia Maria Aguiar y atravesó por un minucioso tratamiento de conservación. En la visita, encontramos al famoso Lincoln K 1939 de Og, que ha transportado hasta la Reina Isabel II en su primera y única visita a Brasil, en 1968. Mientras que el Chrysler Imperial 1928 trasladó al Papa Juan Pablo II desde Aparecida hasta São José dos Campos, dentro del estado de San Pablo, en 1980. Al lado, en todo su esplendor y gloria, un increíble Cadillac V16 coupé, adquirido en una colección de Minas Gerais.
Muchos de los ejemplares llegaron a Brasil en importaciones recientes. Allí en la entrada, también encontramos un bello Cord L-29 de 1931, modelo pionero de la tracción delantera, así como un Cadillac Modelo M de 1907, la primera coupé de la marca norteamericana. Su carrocería, altísima, se parece más a una cabina telefónica.Otra bella sorpresa es un De Dion Bouton L de 1902, muy pequeño, aún con motor trasero y carrocería (si es que se la puede llamar así) vis-à-vis, con los pasajeros sentados de frente al conductor. A pesar de su edad, funciona perfectamente.
¿BMW 327 Cabriolet de 1938? ¡Sí señor! ¿Mini 1959 chasis 00016? ¡También tenemos! La colección también incluye autos mucho más modernos, entre las que se destaca una Ferrari F50 preserie de 1995. Dino, Porsche 356, Jaguar E-Type, Lamborghini Diablo, Honda NSX, berlinetta Interlagos del Equipo Willys con autógrafos de sus pilotos Bird Clemente y «Wilsinho» Fittipaldi… hay deportivos para todos los gustos. El futuro museo tendrá mucho espacio para autos nacionales brasileros y una sección especial dedicada al constructor João Conrado do Amaral Gurgel.Tomamos el ascensor y bajamos hasta un piso donde sólo hay Volkswagen refrigerados por aire. ¡y qué VW! De frente, tenemos un anfibio Schwimmwagen y un jeepcito Kübelwagen, veteranos de la Segunda Guerra Mundial. A un costado, tres «Split Window», en versiones de Lujo y Standard, aparte de uno de 1950 con todo el veneno de la época: compresor Judson, ruedas de Porsche 356, ¡una cosa de locos!
Tres pasos a la izquierda y hay un VW Hebmüller de verdad -no, no es réplica-. Ciertamente el Escarabajo más caro de Brasil. Para quien no es un conocedor, amerita la explicación: en 1949, Volkswagen encargó a dos empresas (Karmann y Hebmüller) la producción de versiones convertibles del Escarabajo. Karmann fabricó un cabriolet de tipo más convencional que se mantuvo en producción en Alemania hasta 1980. Mientras que Hebmüller hizo un modelo super elegante, cuya cola tenia una silueta parecida a la del capot delantero.Una pena que la fábrica se incendió y la empresa quebró después de haber producido apenas 696 ejemplares. De éstos, existen menos de 100 sobrevivientes alrededor del mundo.Para quien entiende de Kombi, el nido de “Lechucitas” tiene hasta un ejemplar de 1950, el primer año de producción. En la parte trasera no contaba con paragolpe ni luneta. Una Kombi camping montada por la empresa Carbruno para el Salón del Automóvil de San Pablo de 1960 también está allí con su toldo, sillas plegables y terminación interior en madera.
Aún los “Fuscas” aparentemente comunes, digámoslo así, tienen sus particularidades. En por lo menos dos de los ejemplares de las décadas de los años 70 y 80 que vimos, los odómetros no habían llegado aún a los primeros 100 km rodados. Más adelante tenemos un legítimo “Vocho” mexicano Último Modelo de 2003, ejemplar de la última hornada de Escarabajo fabricados en el mundo.Algo de lo más impresionante es que todos los autos están super limpios, como para ser expuestos muy pronto. Prácticamente todos funcionan y muchos mantienen el sistema eléctrico original de 6 Volts. Para cuidar a los “viejitos”, hay cinco empleados. Cada 15 días, cada auto es puesto en marcha y llevado a dar una vueltita por la hacienda. Los tanques de combustible son cargados con un poco de gasolina premium, que demora más en estropearse. Cada auto tiene su fichita con recomendaciones específicas de uso y mantenimiento.
Las restauraciones fueron hechas externamente, en talleres como Ponto 40 de Curitiba, la capital del estado de Paraná. Cuando el asunto es Volkswagen, la tarea corre por cuenta del especialista Vinicius Mamede, en Goiânia, la capital del estado de Goias. Al menos por el momento, la colección no tiene su propio taller para recuperación de los autos -un mecánico hace apenas el mantenimiento básico, algo que ya es muy complicado, teniendo en cuenta la cantidad, diversidad y rareza de los modelos-.
Los autos que describimos aquí son una parte ínfima del acervo. Podríamos continuar escribiendo páginas y más páginas sobre todo lo que vimos en ese garage mágico. Pero más impresionante que leer este texto será visitar el museo cuando llegue el día de su inauguración.
Fotos: Jason Vogel
Nota originalmente publicada en Motor 1 Brasil
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