Mirando hacia adelante

10/Feb/2016

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Presentada en el salón de Ginebra de 1969, durante los días del traspaso de la marca a la órbita Fiat, el Lancia Fulvia HF Competizione by Ghia, causó una gran impresión en la muestra anual realizada en el país de las vacas violetas.

Repasando el archivo, podemos decir que en esos años Ghía pertenecía a nuestro compatriota Alejandro de Tomaso, quien se había hecho de los servicios de la entonces estrella naciente del diseño italiano Giorgetto Giugiaro, robado a Bertone como si de un futbolista de Elite se tratase. El diseño de este auto sin embargo, pertenece a John Tjaarda, un viejo zorro americano de mano exquisita que supo ganarse el respeto profesional de sus colegas mediterráneos, cosa que para un gringo no es poca cosa.

El Chasis de este auto tenía base estructural de Lancia Fulvia, como dijimos, pero fue oportunamente revisado por De Tomaso, en una saludable sinergia que dio como resultado este auto, concebido también por creador del modelo más conocido de la marca con banderita argentina: El Pantera.

 

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Pantera y HF Competizione entonces comparten genes de su creador y algunos trazos maestros que no se llegan a a mimetizar por una simple cuestión de arquitectura de vehículo: Uno tenía mecánica montada en posición central con tracción trasera y este que presentamos es un “tutto avanti”, con lo que proporciones, voladizos y demás componentes que hacen a la identidad de un objeto se encuentran claramente trastocados. Para el elogio, el remate posterior con un volumen muy rejuntado hacia arriba que engloba las funciones principales, dejando vacío el resto y dando un saludable punto de partida a la cuña que más que insinuada, está claramente planteada, dando una gran sensación de movimiento y ligereza.

El alerón retráctil, tan en boga es esos días como los LEDs de hoy, atenta contra la atemporalidad  del planteo y le da ese toque que con los años lo vuelve algo kitsch: una especie de despenalización del mal gusto concedida por el público que entiende, perdona y luego (con el pasar de los años), celebra.

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La composición ósea está ayudada por una volumetría que presenta sus puntos más álgidos en la zona escapular, dejando para las partes bajas solamente superficies negativas y hasta el mismo negro que todo lo tapa, no sea más que para evidenciar aún más que la lectura del objeto pasa por sus hombros y no por sus caderas como se estila en estos días. El hombro bien calzado y orgulloso prepara la silueta para degustar con más aplomo y menos ansiedad las siempre amables caderas. Esa es una ley tan vieja como la mismísima Eva.

Poco más para agregar a la obra del buen John a este auto concebido durante los pirotécnicos años sesenta y setenta en los suburbios de la entonces gris y parca Torino.

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