Dentro de 15 días saldrá finalmente a remate -y por segunda vez en un par de años se someterá a martillo- el Packard Super Eight Phaeton de 1939 carrozado por Derham que se asegura perteneció al gobierno argentino, que lo usó como vehículo presidencial, para desfiles y asunciones de mando entre los años 1939 y 1955.
Al Packard le ha tocado en suerte ser el lote S184, lo que quiere decir que saldrá a subasta el sábado 18 de julio de 2020 en esta venta de largo aliento (¡8 días de duración y más de 4.000 lotes!) organizada por la firma norteamericana Mecum en el estado de Indiana, Estados Unidos, con la venta vía web habilitada y estimulada.
Mecum no es una empresa que se caracterice por reseñas profundas con la historia de los lotes que ofrece, pero afortunadamente sí lo hace RM Sothebys, que el fin de semana del 12 de octubre de 2018 lo sacó a la venta en la subasta celebrada en la ciudad de Hershey, sede del famoso autojumble, donde le bajaron el martillo por 132.000 dólares.
Tiempo después apareció en la página del «reventa» Hyman LTD, con base en St Louis, EE.UU, que también ofreció en su web una detallada reseña del auto, por el que pedía en su momento 229.500 dólares. Mecum, a la hora de definirle una cotización orientativa para sus potenciales clientes, eligió estimarla entre los 200.000 y los 250.000 dólares. Pensamos que es un auto que no despierta gran interés entre los coleccionistas norteamericanos de élite, porque su indudable elegancia no es suficiente para pelear grandes concursos, su valor histórico se construyó muy lejos de sus fronteras, e incluso su utilización es limitada debido a su portentosa figura.
De lo investigado y publicado por RM Sothebys y Hyman sacaremos extractos que nos permiten compartir con los interesados la vida de este auto con tanta y tan profunda historia trasladando a los presidentes argentinos (primera dama y otras compañías), tal como mostramos en un post anterior. Las fotos realizadas en su momento por RM (en el catálogo de Mecum ya no tiene esas patentes «tutti frutti» de la localidad santafesina de El Trébol) y otras del Archivo General de la Nación nos sirven para ilustrar estas líneas.
Hyman inicia su compilación contextualizando el momento que atravesaba la industria cuando nació este Packard:«En 1939 Packard, Lincoln y Cadillac mudaron su foco de atención al competitivo mercado de nivel intermedio ya que las ventas de autos lujosos estaban frenadas. Una consecuencia de este cambio fue que muchos de los grandes carroceros americanos que reposaban en su clientela de mejor pasar tuvieron que cerrar sus puertas. Dietrich y LeBaron fueron vendidas, ambas reducidas a apenas etiquetas de marcas, mientras Brunn tenía un destino parecido. Sin embargo, Derham Body Co de Philadelphia sacaba tajada y se mantenía como una presencia fuerte en la industria, por lo que se convirtió en una elección natural para los grandes clientes de Packard que deseaban carrocerías a medida. Aunque el foco estaba fuertemente en la línea inferior (One-Twenty), pues las ventas de las prestigiosas gamas Super Eight y Twelve se movían por goteo. A mediados de 1939, tres nuevos chasis sobre la mayor distancia entre ejes posible, de 148 pulgadas, con la especificación de exportación Model 1704 Super Eight Touring Limousine, fueron enviadas directamente por Packard a Derham. Los autos fueron convertidos en Phaeton abiertos de orden especial. Se asume que el Super Eight fue elegido por sobre el más prestigioso modelo Twelve (12 cilindros) por su naturaleza más confiable y sencilla de mantener. Según la viuda de Enos Derham, uno de los tres fue enviado a Canada para ser usado en la visita de la familia real británica y otro a un país de Medio Oriente».
El tercero de esta serie de Packard Super Eight phaeton carrozados por Derham en Pennsylvania, lleva el número de serie B502752 y es el que tuvo como destino a la Argentina, por encargo del gobierno nacional, comandado en aquel momento por Roberto Marcelino Ortiz. Continúa la descripción de Hyman: «luego de su exportación a Argentina, se cree que recibió otras modificaciones para uso oficial en un carrocero local, como por ejemplo la instalación del parabrisas trasero de tres piezas y otros elementos adicionales en el interior». Sobre esas modificaciones profundiza Hyman: «un bello trabajo de carpintería le da gracia al compartimento trasero, que mantiene el reloj original colocado por el carrocero argentino Ataun Goia». No sabemos si Ataún y Goia eran carroceros, pero al menos sí aparece mencionado como taller mecánico en una guía comercial, con domicilio en Ugarteche 3015, curiosamente a dos cuadras del Museo Evita, en plena zona porteña de Palermo copada en la época por talleres mecánicos… y carroceros.
Más allá del «model year», en este caso 1939, Packard gustaba de llamar por series a cada renovación de su gama y a esta le tocó el número 17 (Seventeen Series) que difería por ejemplo, en la luces traseras y los louvers de capot de la serie anterior, o en la palanca de cambios ubicada en la columna de dirección con su particular diseño en S y bautizada «Hand Shift». Si bien la distancia entre ejes era la «infinita» de 148 pulgadas destinada a las carrocerías especiales, la suspensión delantera era común a todas las gamas desde 1937: independiente con brazos oscilantes y resortes helicoidales. El motor de la línea intermedia Super Eight es un 8 cilindros en línea con cabeza «en L» y 5,2 litros de cilindrada.
Ya sobre sus años de mayor trabajo y exposición, Hyman los describía de la siguiente manera: «este Packard único se mantuvo en las manos del estado argentino por muchos años, durante tiempos tumultuosos, lo que significa que fue utilizado por varios presidentes. El más famoso de los que usaron el Packard fue Juan Domingo Perón, quien ascendió al poder en 1946. Perón y su cautivante esposa Eva, más conocida como Evita, fueron aclamados y detestados durante su tiempo en el poder. Sus apasionados seguidores vieron a Evita en particular, como líder espiritual de la nación y campeona de la clase trabajadora. Sus seguidores la adoraban y, a unos 68 años de su muerte, su legado continúa inspirando a millones de seguidores».
Aunque el auto habría sido encargado por Ortiz y usado por su vicepresidente y luego sucesor Ramón Castillo, por Pedro Ramírez y por Edelmiro Farrell, seguramente el atractivo histórico-comercial inspiró a Hyman a seguir hablando sobre el matrimonio Perón, obviando a sus antecesores: «durante el gobierno peronista, Juan y Eva usaron este Packard único para eventos oficiales y fueron fotografiados a bordo del automóvil en numerosas ocasiones. Una imagen particularmente intrigante de aquellos años es la que muestra a Evita de pie en la parte trasera, junto a su marido, vestida con un largo tapado de piel. A pesar de verla por momentos sonriendo y saludando a la multitud, estaba gravemente afectada del cáncer de útero y se dice que bajo su tapado había una estructura que la sostenía debido a su débil estado de salud. Aquella sería la última aparición pública de Evita, que moriría algunas semanas después. En 1955, un golpe de estado depondría a Perón como presidente y lo enviaría al exilio, mientras el Packard desaparecía».
El rastro del Packard se pierde después del sangriento golpe de la llamada «Revolución Libertadora», cuando pasa a la «clandestinidad». Esto llevó al revendedor de autos a reflexionar lo siguiente: «tan polarizadores fueron el matrimonio Perón que algunos argentinos pretendieron destruir todo lo que estuviera relacionado con ellos, por lo que es curioso que algo tan grande y llamativo como este Packard para desfiles pudo sobrevivir».
La historia del Packard tiene luego un bache de más de dos décadas cuando según RM: «el buscador de tesoros y revendedor Héctor Mendizábal compró este fascinante Packard especial en un criadero de chanchos cerca de la ciudad de Mendoza en 1976, donde estaba guardado a pedido de Sam Sherman, un coleccionista de Nueva York». Sherman era el famoso coleccionista que publicaba sus anuncios de compra de auto clásicos en la revista Corsa y en la década de los años setenta exportaba autos importantes por lotes, de Argentina a Estados Unidos. Mendizábal fue el más famoso de los buscadores de tesoros locales y exportador de muchas de las piezas más importantes que llegaron al país, amén de toda clase de transportes, obras de arte, etc.
Hyman a su vez completa la escena de aquel descubrimiento y exportación «Estaba escondido en un galpón, hirsuto, pero completo. El coleccionista norteamericano Sam Sherman, fracasó en conseguir un permiso de exportación, pero poco después el broker argentino Héctor Mendizábal tuvo éxito en la exportación del auto, y llegó a Estados Unidos sobre finales de 1977, encontrando nueva casa en Nebraska, con el coleccionista Herman Zalud».
Menos de cuatro años después, en 1981, el Packard pasó a la colección de Bill St Clair, en el estado de Texas. Según Hyman, «el señor St Clair investigó profundamente su historia, escribiéndose con el estado argentino y con, el historiador de Packard, Beverly Rae Kimes para autenticarlo. El Packard fue exhibido en varios eventos del CCCA y ganó el primer premio en su categoría en el Concurso Southwest Grand Classic de 1982». RM agrega que St Clair también se envió correspondencia con la viuda de Enos Derham, el carrocero, y que fue bajo su propiedad que recibió una renovación cosmética.
En 1983, el Packard volvió a aparecer en público, en una subasta organizada por James Leake, donde encontró nuevo destino: la casa del coleccionista Raymond Plaster: «Mr Plaster continuó con la investigación de la historia del auto y el mismo, acompañado por su esposa, comenzaron a desarmarlo hasta el último tornillo para realizarle una restauración completa. Fue puesta una gran dedicación a la autenticidad con el escudo oficial recreado en las puertas, leyendas de «Armourplate» en los vidrios posteriores, banderas de desfile colocadas en los guardabarros y muchos otros ítems, como el reloj en el compartimento trasero, con su etiqueta Argentina de época, que sirven para corroborar la fascinante historia de este Packard tan particular».
En este punto vale decir que en ninguna de la fotos históricas el Packard luce ese escudo oficial, que por otra parte se ve bastante ordinario en su confección, como hecho por un taller de impresiones «clandestinas». Tampoco puede verse en imágenes históricas que el Packard lleve banderas sobre los guardabarros (menos con un sol de carita caricaturesca…), aunque si a veces llevaba otras banderas, más pequeñas, amarradas a la estructura del parabrisas trasero. La tendencia a la «sobreaccesorización» del auto en su estado actual se prolonga a los faros auxiliares. En los primeros desfiles oficiales, el Packard no contaba con ninguno de ellos, y en otros si incorporaba unos, pero distintos a los Senior Trippe que lleva actualmente. Por último, otro detalle con el que cuenta en la actualidad el Packard es el emblema de «The Goddess of Speed» montado sobre el radiador, que identifica a la marca Packard, pero que los listones de colores patrios no dejan ni siquiera sugerir y en alguna foto de época sin listones, directamente no aparece.
Cuando lo tuvo entre sus manos, hasta poco meses atrás Hyman describía así su estado: «es presentado como fue restaurado por los Plasters, viéndose particularmente majestuoso en su laca azul oscura y su tapizado en tono rojo. La pintura aún mantiene su brillo y atracción, aunque en algunos sectores ya muestra una suave pátina, con evidentes desgastes y quebraduras. El encastre de las puertas es excelente, merced a la concienzuda restauración de la madera bajo su piel de acero. Los cromados también lucen en buen estado, y la carrocería incluye accesorios como las ruedas de auxilio en ambos lados. El interior es especialmente maravilloso, con un intrincado grano de madera en el trabajo del tablero y el fabuloso volante de cuatro rayos. Colocados en el tablero, los instrumentos son muy ornamentales, tipo «dial de teléfono», con escala métrica. El cuero rojo tiene un sutil patrón de época y se mantiene en muy buena condición, con un carácter moderado adquirido con los años de uso cuidadoso y mantenimiento. Además del techo de lona negro, se incluye un set de cortinas laterales.»
En cuanto a sus mantenimiento mecánico se resalta que «está en buenas condiciones de marcha, y la presentación es consistente con el hecho de tratarse de una restauración de calidad pero antigua». También recuerda que el Packard «fue exhibido en numerosas ocasiones en eventos del CCCA y del Club Packard y también fue motivo de portada de la edición de Primavera de la publicación ’The Packard Cormorant’. Acompañando la venta hay una generosa carpeta de documentos y correspondencia que corrobora la fascinante historia de este verdaderamente único Packard».
La fecha es ya conocida. El 18 de julio sale a remate uno de los autos que puede presumir haber sido el partícipe más importante de grandes momentos de la historia argentina, un vehículo que para nada desentonaría exhibido como patrimonio estatal junto al Cadillac Eldorado convertible 1955 presidencial. O al menos albergado bajo el techo de una colección particular, pero de regreso donde construyó su legado, aquí en Argentina.
Fotos: Prensa RM Sothebys y Archivo General de la Nación
- 1.501 días, 1.501 clásicos - 24/02/2025
- O Km: Gattás y las Ford y Shell de San Carlos - 28/01/2025
- 1.500 días, 1.500 clásicos - 21/01/2025
0 comentarios