Para quienes tenemos sangre italiana en las venas, la noticia del “retorno” de la marca del biscione al mundo de la alta competición nos hace hervir la sangre, y no precisamente por euforia o por pasión… Sin embargo -bombas de humo aparte- me pareció una buena ocasión para recordar cómo fue el último regreso genuino de Alfa Romeo a la Fórmula 1.
En 1975, luego de haber obtenido el Campeonato Mundial de Sport Prototipos con el modelo Tipo 33 TT 12, la casa italiana cerró un acuerdo con Brabham para que sus monoplazas de Fórmula 1 montaran en 1976 el motor de 12 cilindros “flat” (horizontales) y 2.995 cc que entregaba 500 HP a 11.000 rpm. Los argentinos nos acordamos de ese auto ya que Carlos Reutemann era uno de los pilotos del equipo británico, aunque lamentablemente la performance estuvo lejos de ser la ideal. Según Reutemann, “el motor era pesado, lento y no tenía flexibilidad. Servía para Sport Prototipos porque allí lo más importante era la durabilidad, pero en F1 con esa sola cualidad no alcanzaba…”.
Disconforme con el trabajo del equipo Brabham (aunque continuó proveyéndole motores hasta 1979), Alfa Romeo decidió entonces emprender la construcción de un monoplaza totalmente italiano con la idea de reverdecer los laureles de 1950 y 1951, años en los que obtuvo los dos primero títulos de F1 con las Alfetta 158 y 159, y cuyo último campeón había sido Juan Manuel Fangio. Las dos victorias obtenidas por Lauda en 1978 con el Brabham-Alfa (la de Suecia, con el famoso “ventilador” y la de Monza) auguraban buenos resultados para 1979.
Así fue como nació el Alfa Romeo 177. El proyecto estuvo a cargo del Ingeniero Carlo Chiti y de Autodelta -histórico preparador de la marca-, quienes desde mayo de 1978 habían comenzado con los primeros ensayos en Paul Ricard y con Niki Lauda y Vittorio Brambilla como testers. La idea era hacerlo debutar ese mismo año en Monza pero la falta de una performance adecuada hizo desechar la idea. Concretamente, el principal problema era que su motor de 12 cilindros opuestos era demasiado ancho, lo cual atentaba contra la arquitectura general del auto. Recordemos que por aquellos años había nacido el “efecto suelo” y las “polleritas”, con lo que el chasis del Alfa Romeo muy lejos estaba de ser el ideal para esa tecnología: este fue el motivo principal por el cual el 177 jamás pisó las pistas.
La evolución del 177 fue denominada 178 e hizo su debut en el Gran Premio de Bélgica de 1979 comandado por Bruno Giacomelli, quien había clasificado 13º pero debió abandonar por un accidente. Ausente en Mónaco, el 178 se presentó nuevamente en el GP de Francia, donde clasificó 17º y nuevamente abandonó. Pese a esto, Alfa Romeo trabajaba también sobre una nueva variante de este monoplaza, denominada 179, y de más moderna concepción. Para ello fue necesario desarrollar un motor 12 cilindros con una configuración en V a 60º, más lógica para desarrollar un chasis del tipo “wing-car”. El 179 debutó en la carrera de Monza en manos de Giacomelli, al tiempo que su coequiper Vittorio Brambilla se subía al 178 (última carrera de este modelo) para finalizar en la 12ª posición, mientras el 179 debió desertar.
Para los dos últimos GP de la temporada (Canadá y USA) el equipo decidió presentar un solo monoplaza 179: en Canadá lo corrió Brambilla (largó 18º) y en los Estados Unidos se subió Giacomelli (largó 18º). Lamentablemente, en ambas carreras abandonaron. Se cerraba, de este modo, la primera temporada de Alfa Romeo en la F1 con un auto enteramente propio, desde su alejamiento en 1951. Luego llegarían numerosos desarrollos (179 B, 179 C y 179 D) y el motor turbo V8, pero ninguno lograría la tan ansiada victoria.
Ahora, Alfa Romeo estará de regreso en la F1 2018, utilizando chasis Sauber y motores Ferrari…
Adrián Vernazza
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