Autoclásica 2017: la carpa de los monopostos

Dicen que soñar no cuesta, pero hacer… difícil, dijo el Lole. Tiempo, trabajo, plata. Pero por sobre todas las cosas, pasión. Y eso es lo que un grupo de «trasnochados entusiastas» le imprime a esta tarea titánica que hoy nos ocupa, rescatar la historia de una categoría del automovilismo argentino que brilló con luz propia en décadas pasadas, y que por esas cosas del país se apagó casi sin anunciarlo allá por 1979.

Autoclásica ya pasó este año, pero entre las cosas que quedan en el tintero para las charlas de café, siempre están los monopostos. Asombra ver cómo el lote de autos, especialmente los chasis con motor trasero, van engrosando el parque. 12 ejemplares de este formato se presentaron, algunos en estado virgen, como el Di Tullio-Chevrolet corrido en su época por el «Bayo» Di Tullio, y otros impecablemente restaurados, es el caso del Meifa ex-Guagliano y García, o el Bravi que fuera de Víctor Hugo Plá. Todos respetando, o intentando preservar, las formas y los colores originales.

Pero no sólo lucieron los autos; muchos pilotos de la época se acercaron al homenaje -relacionados directamente con los monopostos expuestos- junto con diseñadores/constructores/preparadores, invitados por estos enormes quijotes, y que gracias a la cita anual de lujo que es Autoclásica, acuden a la carpa que año tras año se arma al final del boulevard.

Así, en un volver a vivir increíble, esta edición reunió a Mauricio García, Raúl Guagliano, Angel Monguzzi. Rubén Bulla, Pedro Passadore, Hugo Caviglia, Carlos Marincovich, Mario Agüero, Daniel Sancho… Y con muy buen tino, los organizadores lograron que varios familiares directos de los pilotos que ya no están acudieran a la cita. José Luis Di Palma, Walter Sotro, hijo de Orlando Sotro, Enzo Sala hijo, la familia Plá, que llegó desde Las Rosas, Carlos Buffa, uruguayo que vino a representar a su amigo Jorge Bianchi, Juan Pablo Zampa, honrando a su padre, que brilló en la década de los años cincuenta con el Pián «4 árboles», también presente en el lote correspondiente a los Fuerza Libre motor adelante; Jorge Requejo, sobrino del legendario Ramón, Tulio Crespi, Juan Carlos Fisanotti, Pedro Campo -uno de los más creativos diseñadores de su época- Hugo Garibotti, Rafael Balestrini… Aunque un día más tarde, también visitaron la carpa Jorge Ternengo y «El Colorado» Pianetto, hijo del creador del famoso «Tortugón», ganador de las 500 Millas de 1972 con Monguzzi al volante, auto que también pudimos disfrutar en el predio. La prensa de todas las épocas no podía faltar, y allí estuvo Alberto Juarez, el Profesor, palabra autorizada y testigo de mil batallas…

A los autos ya mencionados, resta agregar a la lista sendos Berta-Tornado tubulares ex- Di Palma, García Veiga y Bulla; el Berta-Torino monocasco ex-Jorge Bianchi, actualmente en manos de Hugo Caviglia; los CampoTS-Chevrolet ex-Jorge Cupeiro y Angel Monguzzi; el legendario Sotro-Ford de Orlando Sotro; el Requejo-Dodge, último auto manejado por el recordado as de la Mecánica Nacional; y el Pian-Chevrolet de Enzo Sala, hombre de Las Rosas.

No podemos obviar, de ningún modo, al resto del parque presente: 3 Brabham BT15 con tapa Cosworth, de 1.000 cc, ex-Escudería Automundo y que brillaran en las Temporadas Internacionales de Fórmula 3 allá por 1966/67, un Brabham BT 36-Cosworth de Fórmula 2 ex-Team Rondel, y los Fuerza Libre de Ramón Requejo; el Pián de 4 árboles de levas; el De Bellis-Ford; el «Seis Dedos» -un monoposto que conserva los componentes mecánicos del auto de José Coronel- y el entrañable «Marilú» Chevrolet, sin historia conocida pero que ya es parte de esta fantástica troupe.

El grupo de cultores de los monopostos nacionales no tiene formato de club ni nada que se le parezca. Sí tiene un alma mater, José María Pedota, buscador incansable de cuanto auto se haya salvado de la amoladora. Lo acompañan de modo incondicional Miguel Bottini, el Dr. Horacio Vescio y Gerardo y Pedro Bianchi. Y todo el grupo de propietarios de estas maravillas históricas, que brillaron en una época donde, en Argentina, tuvimos nuestra propia Fórmula 1…

Los autos están, el óvalo también. Rafaela, 500 Millas Históricas… ¿por qué no?

Fotos: Miguel Tillous