La Mille Miglia le dijo adiós a Roma temprano en la mañana, bajo el brillo del sol. Entre los muchos pequeños milagros que se le adjudican a la «Flecha Roja» está el de su habilidad única de abrir el mar de tráfico de la mañana en los anillos perimetrales de Roma, el Grande Raccordo Annulare. La pasión desborda de tal manera que los conductores de autos contemporáneos se olvidan de las obligaciones y el ajetreado día que los espera por delante para relajarse y disfrutar el «museo rodante» que pasa y los rodea.
Con la hoja de ruta en la mano, la caravana se enfiló al parque natural de Lago Bracciano y a la orilla del Lago Vico, el más alto de los grandes lagos de Italia. Se ubica a más de 500 metros sobre el nivel del mar y antes y después los caminos son una invitación abierta para que los conductores dibujen las curvas a conveniencia para completar las pruebas especiales en esta zona y en el Monte Cimino. Los Pinus Pinea del Parco de Medici abrieron la senda a la densidad verde a los costados de la ruta y, luego de Viterbo, a las bellas colinas de la Toscana.
Sería imposible ofrecerles una descripción de cada uno de los pueblos y ciudades que atraviesa la Mille Miglia, pero el ambiente festivo que reina en cada uno de ellos fue siempre único e inolvidable. La primera de estas cálidas bienvenidas del día fue en la Piazza Vittorio Emanuele, en Ronciglione, e incluyó la irresistible y despreocupada (…a veces con algún diente faltante) sonrisa de los niños de las escuelas primarias, en sus uniformes azules y rosas, agitando sus banderas de la Mille Miglia mientras pasaban las máquinas.
La mañana se pasó tan rápida y placentera como el suave viento de cola que acompañó a la caravana desde el Lago Bolseno a la Toscana. Una secuencia infinita de diversión y curvas, en escenarios tan maravillosos que consiguen engañar a los sentidos. La música de los motores entre Radicofani y Siena dibujan el corazón de cualquier declaración de amor por Italia. Y no importa si ocasionalmente los cilindros suenan fuera de punto; los agradecimientos más sentidos se destinarán a los mecánicos, que trabajando durante la noche con la delicadeza de quien afina un instrumento musical muy preciso, dejarán todo pronto para un nuevo concierto. La pasión será nuevamente correspondida en Piazza del Campo, el final de las pruebas competitivas de la mañana, antes del almuerzo en el asentamiento fortificado de Monteriggioni.
El road-book es el pentagrama, y no quedan pasajes sin completar; cada momento de la Mille Miglia es crucial. Los kilómetros se devoran de forma veloz entre colinas, viñedos y rocas y en caminos donde fueron escritas algunas de las mejores páginas de la historia nacional y mundial del automovilismo. Los autos pasan por San Miniato y llegan a Lucca, la ciudad de Giacomo Puccini. La pasión constante, un lenguaje musical lleno de acciones, asuntos que desgarran el corazón, armonías que chocan: todas estas características describen a Tosca, pero también definen con perfección a una competencia automovilística como ésta. Luego Lucca quedaba atrás y la escenografía cambiaba por la del Mar Tirreno. Desde Pietrasanta, la ruta descendía hasta el camino del litoral y luego en dirección al Forte dei Marmi y la Marina di Massa, que brillaban bajo el sol. Esta era la foto de postal con la que la carrera se despedía de la Toscana para entrar en la Sarzana, una zona donde se cruzan los caminos mismo desde su creación.
Había todavía un largo camino por recorrer antes de llegar a Parma, y se debía trepar el alto Paso de la Cisa. Ya comenzaba a ser tarde, pero las multitudes al costado del camino, como si se tratase de un grand prix de antaño, mostraban su entusiasmo y felicidad al ver tantos autos, moviendo las banderas al paso de la conductores, que a esta altura se transformaban en héroes con más de 15 horas arriba de sus adoradas máquinas. El camino se iba enderezando después de Taro y a partir de Collechio, comenzaba a estar al alcance la llegada, en la vieja capital del Ducado de Parma y Piacenza. Al final de la etapa, la curiosidad sobre las posiciones hacia olvidar cualquier atisbo de cansancio y la satisfacción íntima de sacarse los guantes se mezclaba con una sensación de melancolía. Brescia era un punto que se acercaba y se acercaba.
Fotos: Prensa Alfa Romeo y Prensa Mercedes-Benz
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