El día de furia del diseñador

15/Oct/2009

crack !

La historia de esta vez transcurre en la Francia de posguerra. Corrían lentamente los primeros años de la década del cincuenta y tras retomar las actividades, las automotrices comienzan a reorganizarse y a desarrollar nuevos proyectos.

Citroën, en sintonía con la coyuntura, retoma el trabajo y se embarca en un programa muy avanzado para su época, que dará como resultado, en 1955, uno de los autos de producción masiva más impactantes que la historia de esta industria recuerde: el DS.

Para vestirlo, acudieron al sastre oficial de la casa, quien ya había dado forma a dos de los más recordados Citroën de pre guerra: el 2CV y el AX11. Este talentosísimo personaje, se llamaba Flaminio Bertoni. Era un italiano que se había radicado en Francia junto a su familia, y desde pequeño unió su pasión por la escultura a su innato talento para desarrollarla. Fue, sin quererlo, uno de los grandes diseñadores que dio la historia del automóvil. Nunca se consideró un fanático, ya que lo suyo era precisamente la escultura que, en este caso, había que montarla sobre cuatro ruedas, y no perdía ocasión para hacer saber lo mal que le hacían estas a la silueta de un automóvil… Polémico, hosco, y a veces poco sociable, con los años Bertoni se transformó en una referencia obligada de la marca francesa para todo tipo de aventura estilística, y más aún en un proyecto tan ambicioso como el que estaban encarando.

Durante varios meses, Bertoni se encerró en su atelier, generando infinidad de bocetos y maquetas que fue descartando y lentamente puliendo hasta que llegó el día de la presentación final: la dirigencia aprobó por unanimidad la silueta de ese plato volador, felicitándolo por lo osado de sus líneas, aunque sin perder la elegancia y la identidad francesa. Sin embargo, no dejaron pasar la oportunidad de hacerle una observación que invitaba a rever la longitud total del auto, considerada excesiva. En el siguiente encuentro, semanas más tarde, Bertoni se topó con la misma observación.»El auto es demasiado largo «… En vano intentó explicarles que las proporciones eran las correctas y que se trataba de un objeto particular. Nada convencía a los popes de la marca.

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Siguiente presentación de la maqueta en escala real, ánimos caldeados de ambas partes, misma situación, misma intransigencia y mismo pedido: «El auto es muy largo». En un momento, y ya cansado de escuchar siempre el mismo comentario, el impaciente italiano haciendo gala de su indómita genética, reaccionó de mala manera y dijo «Así que les parece largo, vuelvan en dos horas y verán».
En un ataque de furia, y para darles el gusto a los directores, ordenó cortar una rodaja del auto justo a la altura del eje trasero. ¡Eran más de veinte centímetros! Una enormidad, diría Jenna Jameson…

Siguiendo con su arrebato de tozudez, ordenó pegar las partes, por más que estas no encajasen del todo, ya que en un objeto asimétrico como es un automóvil, al quitar una rodaja del medio, cuando queremos unir lo que queda, es decir los extremos, nunca coinciden las superficies.
Pues bien, como era de esperarse, no coincidieron las partes y gracias a ello, el techo, que se continuaba en la luneta y baúl, quedó separado del resto de la carrocería, generando un escalón que divide la zona posterior del auto.

Al verlo, extrañamente todos coincidieron (Bertoni y la dirigencia) en que era el toque que necesitaba para terminar de proporcionar semejante obra maestra.
Fue así como desde lo más visceral de un acceso de furia, se dio una situación que derivó en el toque final de uno de los autos más modernos e impactantes que se hayan visto rodar por las calles en los últimos cien años.

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