Entre tanto abolengo y caballada rampante, nunca está de más retomar el camino desde la parte baja de la lista de los deseos. Volkswagen Gacel, una de las berlinas menos espaciosas de la historia del automóvil contemporáneo. Cuadrado, desangelado, hosco, ruidoso. Vibrante de humos subcampeones.
Herramienta de trabajo, hotel por horas, paseador de domingos cansinos, guarida y cucha contra el agua. Reposo, codicia, mal de mar.
Polarizo, lo dejo, lo traigo, lo bajo, lo enfierro. Lo dejo.
Clásico de unos y youngtimer del sabio decadente. Despereza ese snobismo incipiente de no ser snob simplemente «porque estamos del otro lado».
Allá, del otro lado del cinturón del General, todavía mágico gualicho de guachitas.
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