El asunto «Vehículos de feria» en Uruguay da para kilos y kilos de fotos y relatos. En la cada domingo más linda feria semanal de Colonia, hay un eterno puestero que vende quesos en una Commer rural de principios de los años cincuenta o, en su defecto, en un Ford A cuatro puertas (premio FIVA de la feria), cada vez que la inglesita decide prolongar su descanso.
Y ayer apareció este sedán Mercury Monterey 1961, vehículo alternativo de una familia que vende ropa y se traslada habitualmente en una VW Kombi. Pero ayer, el matrimonio decidió hacer los 40 km que separan Juan Lacaze, su lugar de residencia, con Colonia del Sacramento en el mercurio del óvalo. Como siempre, cargaron los bagayos desbordados de textiles, los cuatro niños de la familia y alguna abuela que suele acompañarlos en la travesía.
Obviamente, en algún momento de su sacrificado transitar por este mundo, el V8 naftero dio paso a un Perkins gasolero. Pero nada de eso pone en discusión el amor de Sebastián, el pequeñín de la familia, por su juguete más grande. Mientras sus padres y hermanos atienden el puesto, el agarra el volante y se pasa horas inventando historias fantásticas y completando viajes imaginarios. Hasta que llega la hora de pegar la vuelta a Juan Lacaze.
Al otro lado del río, en la Zona Norte de Buenos Aires, se conoce de la existencia de al menos dos Mercury Monterey 1961, el convertible de las fotos que vive en Martínez y otro que, no muy lejos de allí, habita el garaje custom de Herencia Argentina.
Fotos: Diego Speratti
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