Sagazola, Gillette, Boehringer Ingelheim, Barugel y las grandes casas de sanitarios, Atma… Esa era la fisonomía, industrial, de la Avenida Libertador en el barrio de Nuñez, del lado poniente, desde la ventana de un 130 cartel rojo, para los ojos de un niño en los años ochenta.
Los tiempos han cambiado y lo que hoy caracteriza arquitectónicamente a la avenida son las jaulas humanas y en el mejor o peor de los casos las pajareras con «amenities» y todos los servicios como para no salir jamás a la calle y sentirse allí dentro protagonista a diario de Gran Hermano. De la vereda del sol, se mantiene la larga hilera de clubes desde el Tiro Federal (en vías de sucumbir a la especulación inmobiliaria) hasta Defensores de Belgrano.
Atma, la fábrica de partes eléctricas y electrodomésticos que tanto invirtió en el automovilismo argentino, especialmente en el TC, era otra de las empresas que tenía sus oficinas centrales (o centro logístico o de producción) en la faja fabril del norte de la Capital, frente a la ESMA. Así se veían los «jed-cuarters» de Atma en el año 1958, más o menos en la misma época que la Avenida Libertador se inundaba frente al galpón de cueros Sagazola.
Foto: Archivo General de la Nación
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