Pocos circos tan universales como el Sarrasani, «el Cirque du Soleil de la primera mitad del siglo XX». Y pocos circos tan argentinos, ya que desde su primera visita al país en 1924 encontró el favor del público y de las autoridades de turno, convirtiéndose en patrimonio intangible del pueblo argentino. «Uy, llegó el Sarrasani» o «parecen el Sarrasani» son frases que no pierden vigencia y siguen siendo usadas por aquí para describir cualquier situación circense o rayana al ridículo.
El «Día del Circo» en Argentina se celebra hoy, en honor al artista uruguayo José Podestá, pionero del circo criollo en Argentina. Cuando el Sarrasani llegó, causó una revolución, con su propuesta tecnológica, multiétnica, y su troupe de talentosos y talentosas acróbatas, contorsionistas, domadores y domadoras y una auténtica «Arca de Noé» de animales.
En las fotos podemos ver a su fundador Hans Stosch-Sarrasani (Sr) delante de un camión con ruedas macizas, con su típico traje de Maharajá con el que presentaba los espectáculos. En la otra imagen podemos ver un camión Ford TT y una casilla rodante, utilizadas en parte de las giras sudamericanas. Otro hecho que caracterizaba a su mentor y al circo en general era el carácter megalómano de todo lo que encaraban. En su base en Dresde, Alemania, se asegura que el circo llegó a tener 150 vehículos en simultáneo, comprados a tres empresas locales: Daimler-Benz, Opel y Hanomag.
Luego de la muerte de Hans Sr en Brasil en 1934, su hijo Hans Jr tomó el mando de la compañía, hasta su temprana muerte en 1941. Después de la Segunda Guerra Mundial, el circo se relanzó al mando de Gertrude Helene Kunz, la viuda de Hans Jr, con sus primeras funciones vendidas en Buenos Aires en 1948. En 1950 el gobierno lo declaró «Circo Nacional Argentino». Hoy lo recordamos en el «Día del Circo».
Foto: Archivo General de la Nación
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