Al invierno coloniense, a veces frío, siempre húmedo, se lo lleva mejor haciendo escapadas que al menos por un rato nos alejen del plan hibernada. Esa fue la intención en los primeros días de julio cuando con una pareja amiga decidimos ir por fondue a Nueva Helvecia. El lugar elegido: el restaurant del Hotel Suizo, tradicional plan en un histórico y acostumbradamente bien servido morfadero en el que el visitante puede sentirse por empatía visual y placeres sensitivos en un rincón de Zurich o quizá de Ginebra…

El cuidado entorno del Hotel estaba igualito a ayer, al año que pasó, a otro siglo, al milenio ya transitado. El salón estaba vacío. Con los ojos humedecidos y la voz temblorosa, la señora que nos recibió nos comentó que llevan unos meses con el restaurant cerrado, porque «los argentinos ya no vienen más».

Los insondables vericuetos donde repercute la enquistada crisis argentina nos privaron de un plan distinto y nos obligaron a reincidir en las minutas que ofrecía el restaurant alternativo, en el centro de la ciudad y sin ninguna gracia u originalidad que merezca ocupar algún pensamiento escrito.

Por esta porción de tierra oriental, el paisaje se resiste aún a ser invadido por humanos en situación de calle, pero los que allí resisten son los viejos vehículos que hacen de la calle una situación que amerita ser fotografiada y difundida en esta página retro. No hubo fondue, pero el postre del paseo fue esta International circa 1934 con caja de madera tomando el sol en los límites exteriores de un viejo taller mecánico.

Fotos: Diego Speratti