En dos y cuatro ruedas: el Tour de France de Peugeot

22/Nov/2020

En Francia, el verano, tanto para los amantes del ciclismo como para los que no lo son, es sinónimo de “La Grande Boucle” o, simplemente, del “Tour”, nombre que recibe el evento ciclista por etapas más importante del mundo y símbolo por excelencia de las carreras sobre dos ruedas.

Ciclistas y equipos de todos los continentes han situado siempre esta carrera como su gran objetivo de la temporada y pese a que en ocasiones se ha visto envuelta en polémicas, su fama es tan importante que ningún escándalo ha conseguido alterar su condición de mejor carrera ciclista del mundo. En este contexto, donde se mezclan el sudor y la fatiga con la gloria del maillot amarillo y el champán, nacieron numerosos mitos, no sólo ciclísticos, sino también tecnológicos imprescindibles para el funcionamiento del Tour.

En primer lugar, como es obvio, las bicicletas, que son las estrellas del evento y de las que se habla poco pese a que ha sido gracias a la competencia que han recibido un fuerte impulso tecnológico. Peugeot fabrica bicicletas desde el lejano 1886, cuando Armand Peugeot inició en la fábrica de Beaulieu la producción de dos modelos distintos de bicicleta y de un triciclo. Diez años después, en 1896, superó la barrera de las 9.000 unidades anuales fabricadas. Desde entonces, la producción de bicicletas de la marca no se ha detenido nunca y la gama de bicis y accesorios ha sido cada vez más completa y variada, con, entre otros tipos, modelos para el ejército y para las carreras ciclísticas que ya a finales del siglo XIX eran muy numerosas.Pero, cuando el 1º de julio de 1903 se inició el primer Tour con la etapa inicial entre París y Lyon, el ciclismo entró en una nueva dimensión. Peugeot, que había comprendido desde hacía tiempo la importancia de las carreras para dar a conocer sus productos, patrocinó al inicio a diferentes ciclistas y a determinadas pruebas y, desde 1904, creó su propio equipo de carreras.

Sus bicicletas consiguieron los primeros triunfos en el Tour de Francia y en 1907 lograron copar los tres primeros puestos de la Milán-San Remo. En 1912, en el Giro de Italia, el equipo Peugeot terminó segundo.

La historia del equipo ciclista de Peugeot terminó en el año 2008 pasando a la historia no sólo por los campeones que lo integraron y por sus innumerables éxitos, sino por el hecho de ser la escuadra más longeva de la historia del ciclismo.Pero, desde mucho tiempo antes, las bicicletas Peugeot no eran las únicas que recorrían las rutas con el logotipo del león. Automóviles, furgonetas y motocicletas se añadieron a la oferta y las acompañaron en las pruebas ciclistas como vehículos de apoyo para los corredores.

Además, parece que, durante el reconocimiento para realizar el trazado de la primera edición del Tour de Francia, en el invierno de 1903, un joven Geo Lefèvre (periodista deportivo que tuvo la idea de organizar el Tour) se encontraba junto a otros colaboradores a bordo de un torpedo Peugeot y que durante la travesía de un puerto de montaña y sorprendido por una fuerte tormenta de nieve, estuvo al borde de la hipotermia.

Con la evolución del evento, las motocicletas y los automóviles que seguían la carrera fueron cada vez más numerosos y ya en la década de los años 30, el Tour se había convertido en un auténtico evento de masas, lo que permitió que se empezaran a utilizar los primeros vehículos publicitarios que precedían o seguían el paso de los corredores. A lo largo de todo el recorrido se apiñaban miles de aficionados, una ocasión perfecta que aprovechó la marca francesa para promocionar su amplia gama de productos; de las bicicletas a los automóviles pasando por las herramientas y las motocicletas.Pero fue después de la Segunda Guerra Mundial, en las décadas de los años 50 y 60, cuando se produjo la verdadera explosión del fenómeno ciclístico: innumerables empresas apostaron por publicitarse en el tour, en las otras grandes vueltas (Giro de Italia, Vuelta de España) y en otras pruebas clásicas, carrozando vehículos con formas y colores realmente peculiares, creando así auténticas caravanas publicitarias llenas de originalidad. Muchos de los modelos que se tomaron como base para el desarrollo de esos vehículos publicitarios eran Peugeot: 203, 403, 404 o los utilitarios D3 y D4, conocidos como «Nez de cochon». Ninguno escapó a la fantasía de los publicitarios y al talento de los carroceros. El fenómeno de los vehículos publicitarios se convirtió en una moda tan popular en Francia que llegaron a organizarse concursos para premiar a las mejores y más originales creaciones. El más famoso de estos concursos fue, sin duda el “Concours de la Pubblicité qui roule” (Concurso de la Publicidad rodante) que se celebró por primera vez en Burdeos, en el verano de 1951.

En esa ocasión, el premio fue otorgado a un Peugeot D3 A transformado por el carrocero Paul di Bordeaux para la empresa de chocolates Poulain. Hoy, los raros ejemplares de estos vehículos publicitarios que han sobrevivido son objetos de culto no tan sólo por parte de los coleccionistas de autos o de los aficionados del Tour sino incluso de empresas del sector. Es famoso, por ejemplo, el Peugeot J7 publicitario (que formó parte de la caravana del Tour), completamente restaurado a su estado original por el Club de Coleccionistas de Vehículos de Epoca “Les Trapadelles” de Saint Rémy de Provence, quienes no pierden ocasión de exhibirlo en sus encuentros y concentraciones y en la tradicional fiesta del Alioli.

Fotos: Prensa Peugeot

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