La división de Vehículos Clásicos de Volkswagen Vehículos Comerciales (VWCV) terminó de restaurar un vehículo único que cuenta con 60 años de antigüedad: el «Half-track Fox». Esta Volkswagen Kombi T1 se fabricó en la planta de Hannover en mayo de 1962, para ser enviada a su comprador en Austria. Después de un breve período de vida como un T1 normal, fue transformada allí. De la mano de un recursivo mecánico vienés de Volkswagen se convirtió en un especialista alpino. Kurt Kretzner reformó esta Kombi en un vehículo con cuatro ejes, dos de ellos equipados con un mecanismo de transmisión por cadena y los dos frontales encargándose de la dirección del vehículo con neumáticos dobles. Y así creó lo que probablemente sea la Kombi con mayor capacidad todoterreno que jamás se haya visto en las laderas de las montañas de este mundo.
Fuentes históricas dicen que Kretzner era un gran esquiador. Observó que en las regiones montañosas de Austria había escasez de camionetas con capacidades todoterreno de alto nivel: que fueran fáciles de conducir para cualquier persona y, sin embargo, pudieran subir a la pradera alpina más alta. “Un ayudante ideal para todos: cuidadores de refugios de montaña, cazadores, montañistas, personal forestal, médicos, ingenieros de mantenimiento de telesillas, antenas de radio y televisión, tuberías y similares”, escribió más tarde Kretzner en la literatura de ventas del “Half-track Fox”. “Al principio, miré a mi alrededor, pero no pude encontrar el vehículo con el que estaba soñando. Así que decidí construirlo yo mismo”. Tal como Ferry Porsche dijo e hizo una vez, también lo hizo Kurt Kretzner. El inventor pasó más de cuatro años diseñando y construyendo su vehículo alpino. Todo parece indicar que se terminaron de construir dos «Zorros» en el período hasta 1968, y cuando se proyectaba un tercero, la producción cesó definitivamente. Lo que ha sobrevivido, sin embargo, es sólo un ejemplar del “Half-track Fox”.Lo que el mecánico vienés desarrolló debajo de la carrocería de la Kombi pintada de naranja fue, en la parte delantera, un doble eje direccional con neumáticos duales de 14 pulgadas de banda de rodadura rugosa y, en la parte trasera, otro doble eje con transmisión por cadena. Las cadenas iban montadas sobre ruedas de 13 pulgadas y una construcción de diseño propio hecha de elementos de aluminio con tacos de goma de dos centímetros de espesor para aislarlo del asfalto. Como resultado de la doble dirección, el radio de giro era de menos de 10 metros, por lo que casi podía girar dentro de su propia circunferencia. Cada rueda estaba equipada con un freno. Un diferencial de deslizamiento limitado automático aseguró una propulsión hacia adelante distribuida uniformemente incluso circulando en nieve profunda. La T1 extraía la potencia para esto de su motor bóxer de cuatro cilindros estándar de 34 caballos, con una capacidad cúbica de 1.192 cc.
Kurt Kretzner quería construir un vehículo con orugas que fuera muy fácil de manejar. Precisamente por esta razón, el mecánico optó por evitar la dirección en cada uno de los ejes a través de cadenas como se podía encontrar en una pala o barredora mecánica, y en cambio la solución fue equipar “Half-Tracks”, o cadenas sólo en los ejes de tracción a lo que agregó una dirección casi standard, aunque duplicada en los dos ejes delanteros. Y así es también como el inventor solía promocionar su invención: “El nuevo Half-track Fox, ideal y fácil de conducir, que te permite dominar con seguridad y comodidad todos los terrenos difíciles. La nieve, la arena, el suelo pedregoso, los prados de montaña, los pequeños arroyos y los bosques se pueden recorrer en este vehículo”.
A lo largo de los años, el “Half-track Fox” rara vez se dejó ver. En 1985, el T1 apareció por última vez en Viena, antes de que a principios de la década de los años 90 fuera comprado por el Museo Porsche de Gmünd, Austria. En algún momento, el “Half-track Fox” pasó a manos de la «Bullikartei eV», una sociedad de amantes de la primera generación de la Kombi. En 2005, comenzaron con un intento inicial de restaurar el vehículo alpino especial. Sin embargo, con los miembros de la sociedad repartidos por todo el país, lamentablemente no fue posible completar la restauración por razones logísticas.A finales de 2018, el semioruga Fox entró en la colección de Vehículos Clásicos de VWCV. El objetivo era hacer que el “Half-track Fox” volviera a funcionar. Bajo su principio rector de “Erinnern. Erleben. Erhalten” (Recordar-Experimentar-Conservar), los expertos en vehículos clásicos iniciaron un minucioso proceso de restauración. La carrocería de 60 años fue, como es el caso de todas las restauraciones de fábrica en Hannover, despojada de pintura, reparada, se le dio una capa de inmersión catódica y se volvió a pintar en el tono naranja en gran parte original. Naranja mate, de hecho. En el pasado, la intención era que el “Half-track Fox” fuera inmediatamente reconocible en la naturaleza.
El equipo de Vehículos Clásicos de VWCV también consiguió dejar la mecánica como nueva. El interior también. El equipo pudo dar rienda suelta a su creatividad allí, ya que no había especificaciones onerosas. Los componentes de madera de haya y pino se adaptaron individualmente al espacio interior del “Half-track Fox” y se instalaron prácticos portaherramientas. En febrero de 2022, finalmente había llegado el momento: el «Half-track Fox» volvió a abrir su camino a través de la nieve. Y demostró, de hecho, una capacidad de ir cuesta arriba inusualmente buena: luego de la profunda restauración del T1 de cuatro ejes, el equipo pudo ver por sí mismo que era más probable que el conductor designado capitulara en las subidas empinadas antes que lo hiciera el «Zorro con orugas».
Fotos: Prensa VWVadeRetro recomienda las siguientes notas relacionadas:
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