Hoy más que nunca, el transporte de mercaderías por ruta es considerado un servicio esencial para mantener el mundo en movimiento. En momentos difíciles como el que estamos viviendo, los conductores de camiones son una pieza imprescindible, entre otras muchas cosas, para asegurar el abastecimiento de alimentos y mantener la cadena de suministros. Lo que pocos saben, es que esto no fue siempre así. La historia del «Wingfoot Express» es la crónica de una revolución que cambió para siempre la forma del transporte.
A pesar de que en 1917 el uso de neumáticos de aire ya era generalizado en los automóviles, aún no eran populares en el sector del transporte de cargas pesadas. El «Wingfoot Express», el primer camión de Goodyear equipado con neumáticos inflados con aire en cubrir un recorrido de larga distancia cargado con toneladas de peso significó una revolución en el ramo.
La historia de este hito comienza una mañana de abril de 1917, cuando un grupo de trabajadores de la empresa fabricante de neumáticos se reunió en los galpones de la compañía situado en Akron, Ohio. Ante ellos, se encontraba un camión nuevo. El vehículo era un Packard de cinco toneladas, con una carrocería de más de 3 metros de altura, diseñada y construida por Goodyear.
El plan de este grupo de trabajadores de la compañía era completar la primera ruta interestatal de camiones con recorridos regulares de ida y vuelta, sin escalas, desde la fábrica de neumáticos de Akron hasta la de tejidos para neumáticos de Goodyear en Connecticut. Con una distancia total de 1.190 km.
El camión parecía perfecto para ello, pues contaba con un compartimento cerrado para dormir, situado detrás del asiento del conductor. Se pensó formar una tripulación de dos hombres que se alternarían al volante mientras uno descansaba, convirtiéndose así en la primera cabina con litera en la industria de los camiones. Detrás de este novedoso espacio de descanso, se colocaron una docena de neumáticos de repuesto, un compresor para inflarlos, 152 metros de cuerda, palas, un bloque pesado y otras soluciones. Los dos conductores elegidos para esta primera travesía fueron Harry Apple y Harry Smeltzer.
Con todo dispuesto, Apple y Smeltzer comenzaron su viaje. En dos vehículos de apoyo los acompañaban un ingeniero de neumáticos, un camarógrafo y un publicista, todos preparados para afrontar el largo viaje. Una hazaña inaudita en 1917.
Hasta entonces, los camiones estaban equipados con ruedas macizas de grandes dimensiones aptas sólo para recorridos cortos. Además, los caracterizaba su enorme lentitud y sequedad de reacciones, lo que transmitía a la cabina y la zona de carga golpes que solían causar grandes daños a los productos transportados, si éstos no eran muy resistentes. Sin embargo, el «Wingfoot Express» iba a demostrar que la utilización de neumáticos de aire permitiría solucionar estos asuntos.
Una vez iniciada la travesía, a las afueras de Akron, surgió el primer inconveniente de todos los que habría que sortear: el camión se hundió en el barro. Así, comenzó una odisea: algunos puentes se derrumbaron a su paso, el motor falló dos veces y tuvo que ser reparado.
Pero la tripulación de Goodyear insistió obstinadamente. Añadieron un malacate a su equipo, una soga y rápidamente dominaron el arte de salir del barro. Al llegar a Pittsburgh, los autos de apoyo también estaban en un pésimo estado, por lo que tuvieron que ser reemplazados por otros nuevos. Las pinchaduras y los neumáticos reventados se repitieron en promedio cada 120 km a medida que el camión avanzaba a unos 25 km/h.
Ferris Miller, el publicista que los acompañó durante el viaje, con su cámara Kodak plegable fotografío y redactó todos los pormenores de la aventura para los periódicos locales y nacionales. “Cada lugar en el que parábamos atraíamos a una multitud”, recordó Harry Smeltzer más tarde. “La gente acudía sólo para comprobar si los neumáticos eran macizos o inflados con aire”.
El equipo de Goodyear siguió adelante, a través del campo de batalla de Gettysburg y las tierras de cultivo de Nueva Jersey, de la histórica Trenton a Nueva York y por las carreteras que bordeaban Long Island Sound.
Finalmente, con 21 días de retraso, el equipo llegó a Killingly, Connecticut. Para su sorpresa, fueron recibidos por cientos de empleados de la fábrica de tejidos de Goodyear acompañados por una banda de música. Smeltzer explicó: «finalmente necesitamos 28 días y 28 neumáticos”.
Walter Shively, el ingeniero de neumáticos y miembro del equipo aplicó rápidamente las lecciones aprendidas durante la experiencia y los nuevos modelos mejorados estuvieron disponibles casi de inmediato. Un talón de la cubierta más fuerte y flancos laterales más pesados aumentaron su resistencia a los reventones. El concepto de cordón de algodón de Goodyear en la construcción de neumáticos –hoy sustituido por fibras sintéticas- ya había demostrado su eficacia en los neumáticos para automóviles y era indispensable para construir los resistentes neumáticos que requerían los camiones.
A partir de esta primera experiencia y una vez aplicadas todas estas mejoras, siete camiones «Wingfoot Express» fueron puestos en marcha, sobre chasis de marcas como White, Mack y Packard, de entre tres y cinco toneladas. Los neumáticos de los camiones fueron tan confiables que en 1918 esos camiones expresos completaron una excursión de casi 5.000 km a lo largo de la costa este de Estado Unidos sin una sola pinchadura.
Tras este nuevo hito, los persistentes equipos de Goodyear vencieron de nuevo todos los obstáculos del camino y las inclemencias climatológicas, para terminar de recorrer un total de 50.000 km. Un récord mundial alcanzado tras cruzar Estados Unidos, de costa a costa, en tan solo 14 días.
El «Wingfoot Express» y sus neumáticos reinventaron el camión, permitiéndole conquistar las rutas y desligándolo de sus hasta entonces restrictivas tareas limitadas al transporte de carga entre las plataformas ferroviarias locales y los muelles cercanos.
Fotos: Prensa Goodyear
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