-“Vení que te llevo a ver algunos autos viejos, de esos que te gustan a vos… Mi primo (mio cugino) tiene un taller que los arregla y algunos son de él”.

-“¿Te parece?”.

La voz de mi socio parecía consistente, aunque no dejaba de retumbar en mis oídos la canción del grupo Elio e Le Storie Tese…”Mio cugino” que habla de las maravillas que hacía el primo del cantante, en una especie de parodia de nuestra infancia que refiere a cuando se juntan algunos niños a charlar y siempre hay uno que tiene un héroe en la familia, en este caso el primo…

“Mio cugino” resultó ser un chapista que sabe más de autos clásicos que el mismísimo Raúl Cosulich aunque por la apariencia bien podríamos decir que su fuerte es el fulbo y las tuercas.

Después de las presentaciones de rigor y caminando en puntas de pie este hijo de la Calabria empezó a destapar autos y entre las sábanas viejas fueron apareciendo dos Cinquecento Abarth “695” rabiosísimos, dos 131 Abarth con el mismo carácter, uno de ellos “Alitalia”, unas cinco Delta Integrale, Beta Montecarlo, etc, etc.

Lancista de la subespecie “Jihadista” con varias placas “Hi-Fi” en su poder, este personaje sorprendió desde el principio de la charla. La placa “Hi-Fi” es otorgada por Lancia cuando el cliente compra su décimo auto y de allí en más le va agregando estrellas en la parte baja. Todavía se ven en Torino algunos Lancia nuevos con este “patacone” de bronce decorando la grilla y el orgulloso conductor exhibiendo la merecida cucarda.

Estábamos apurados porque teníamos una reunión con asiáticos que muy poco entienden de esto y que nunca justificarían el motivo de nuestro retraso… Prometimos una visita más exhaustiva con vueltita por el barrio incluida cuando nos liberemos de la presión del cliente.

A ustedes las imágenes de los galpones de “Tony, mio cugino”. Sin dudas el 131 Panorama L con 10 mil km y nylon en los paneles de puertas era la estrella de la colección. Una gloria del despojo y la sencillez. Entre los primos endiosaban el porte de la rural diciendo que en sus viajes a Calabria, podrían traerse a bordo todo el aceite de Oliva y las berenjenas de producción familiar, además de tomates, liquirizia y los infaltables peperoncini…

Arrancamos con todo.