A la par de la búsqueda de marcas de velocidad por los autos de récord que los intentaban sobre las salinas, las playas y las pistas, las primeras décadas del siglo XX también tuvieron a un buen número de ciclistas intentando ser los hombres más rápidos del mundo sobre dos ruedas y con tracción a sangre.
Uno de ellos fue el ciclista marsellés Gustave Ganay, cuya especialidad era la pista y quien el 7 de diciembre de 1924, en el flamante circuito de Miramás, intentó batir el récord de velocidad con una extraña bicicleta con la horquilla invertida (característica común en las bicis de récord) y viajando detrás de una «pared» que paraba el viento y estaba instalada sobre la parte trasera de un automóvil Voisin desprovisto de carrocería. El ciclista, además, apoyaba la cabeza sobre una tabla prominente, cual si fuera un toro de lidia. El conductor de la mecánicamente refinada máquina francesa, cuyo escape salía hacia arriba para no ensuciar el aire que respiraba el ciclista, era el piloto italiano Giulio Foresti.Ganay era electricista de oficio y venía de pelear en el frente de batalla en la Primera Guerra Mundial. Moriría en su ley apenas dos años más tarde de aquel intento de récord, mientras competía en una prueba ciclística en el velódromo del Parque de los Príncipes parisino. Al circuito de Miramás le esperarían jornadas gloriosas de automovilismo hasta convertirse en tiempos más recientes en una pista de pruebas propiedad de BMW.
Fotos: Biblioteca Nacional de Francia
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El día que Ganay ( pronunciado Gané) no ganó..